Elegir entre dos coches con un componente emocional tan marcado como el de estos dos 'juguetes' que ves en las imágenes no es tarea fácil. Quien os escribe se bajó del Abarth
El Mini Roadster nace del Coupé, también con dos plazas, pero con un techo de lona de accionamiento manual. El
Para ello hay que desbloquear un tirador en la parte superior, girándolo un cuarto de vuelta y empujando el techo hacia arriba, para luego llevar la parte superior del techo, con cuidado de no pillarse los dedos con los brazos articulados -que es fácil-, a la parte trasera y empujarlo hacia abajo hasta que quede bloqueado. Puede parecer complicado, pero sabiendo el proceso puedes tardar entre 5 y 10 segundos, en función de tu habilidad; no echarás de menos un accionamiento eléctrico, salvo que tengas problemas de fuerza o movilidad. El techo del Abarth es más fácil, ya que sólo hay que apretar un botón. Puedes manipularlo a cualquier velocidad y tiene tres posiciones de apertura preestablecidas, aunque lo puedes parar en el momento que quieras de su recorrido. En su fase final esconde el cristal trasero, pero no baja lo suficiente y pierdes visibilidad desde el retrovisor interior. El
En estos coches es bonito hasta arrancarlos. Ambos llevan motores potentes, con 184 CV el Mini y 160 CV el Abarth. Los dos son de cuatro cilindros turboalimentados, con 1.600 y 1.400 cm3 respectivamente. El propulsor del Roadster es ya de sobra conocido, puesto que anima a todas las versiones Cooper S de la casa. El caso del
En ciudad muestran agilidad entre el tráfico; si ves un hueco en el carril de al lado, raro será que no acabe siendo tuyo. Se echa de menos un mejor radio de giro para lo pequeños que son, sobre todo en el caso del italiano, que pierde con respecto a la versión Fiat por la anchura de sus neumáticos. De coches urbanos 'monos' y hasta femeninos, pasan a golpe de botón Sport a ser devoradores de curvas. Aquí es donde el Abarth me ha convencido más que el Mini. Si vas a pasear o no quieres meterte en líos, los dos te valen perfectamente y no me cabe duda que te gustarán. Puede que el Mini te resulte más agradable por suspensiones y tacto de motor más progresivo y refinado, pero en conducción deportiva tiene muchas más dificultades para transmitir toda la potencia al suelo ¡pide a gritos un autoblocante mecánico! Cuenta con un emulador electrónico, pero no es suficiente. Obliga a dosificar más el gas que su rival; hay más motor y, además, el par se obtiene mucho antes. El esseesse es más irregular a la hora de entregar la potencia, encontrándose más cómodo en la zona alta del tacómetro, pero transmite mejor al suelo que el Mini, que el motor es tan bueno que lo da todo enseguida y esto, como se ve aquí, no siempre es bueno.
Son deportivos, por lo que los bastidores no buscan confort. El
Como conclusión: el Mini para pasear rápido, y el Abarth, aunque algo más lento, mejor para un conductor más rácing. Si sólo buscas estética, entonces olvídate de lo que te he contado de la conducción deportiva y disfruta con el que sea, que no te equivocarás.
Elegir entre dos coches con un componente emocional tan marcado como el de estos dos 'juguetes' que ves en las imágenes no es tarea fácil. Quien os escribe se bajó del Abarth
El Mini Roadster nace del Coupé, también con dos plazas, pero con un techo de lona de accionamiento manual. El
Para ello hay que desbloquear un tirador en la parte superior, girándolo un cuarto de vuelta y empujando el techo hacia arriba, para luego llevar la parte superior del techo, con cuidado de no pillarse los dedos con los brazos articulados -que es fácil-, a la parte trasera y empujarlo hacia abajo hasta que quede bloqueado. Puede parecer complicado, pero sabiendo el proceso puedes tardar entre 5 y 10 segundos, en función de tu habilidad; no echarás de menos un accionamiento eléctrico, salvo que tengas problemas de fuerza o movilidad. El techo del Abarth es más fácil, ya que sólo hay que apretar un botón. Puedes manipularlo a cualquier velocidad y tiene tres posiciones de apertura preestablecidas, aunque lo puedes parar en el momento que quieras de su recorrido. En su fase final esconde el cristal trasero, pero no baja lo suficiente y pierdes visibilidad desde el retrovisor interior. El
En estos coches es bonito hasta arrancarlos. Ambos llevan motores potentes, con 184 CV el Mini y 160 CV el Abarth. Los dos son de cuatro cilindros turboalimentados, con 1.600 y 1.400 cm3 respectivamente. El propulsor del Roadster es ya de sobra conocido, puesto que anima a todas las versiones Cooper S de la casa. El caso del
En ciudad muestran agilidad entre el tráfico; si ves un hueco en el carril de al lado, raro será que no acabe siendo tuyo. Se echa de menos un mejor radio de giro para lo pequeños que son, sobre todo en el caso del italiano, que pierde con respecto a la versión Fiat por la anchura de sus neumáticos. De coches urbanos 'monos' y hasta femeninos, pasan a golpe de botón Sport a ser devoradores de curvas. Aquí es donde el Abarth me ha convencido más que el Mini. Si vas a pasear o no quieres meterte en líos, los dos te valen perfectamente y no me cabe duda que te gustarán. Puede que el Mini te resulte más agradable por suspensiones y tacto de motor más progresivo y refinado, pero en conducción deportiva tiene muchas más dificultades para transmitir toda la potencia al suelo ¡pide a gritos un autoblocante mecánico! Cuenta con un emulador electrónico, pero no es suficiente. Obliga a dosificar más el gas que su rival; hay más motor y, además, el par se obtiene mucho antes. El esseesse es más irregular a la hora de entregar la potencia, encontrándose más cómodo en la zona alta del tacómetro, pero transmite mejor al suelo que el Mini, que el motor es tan bueno que lo da todo enseguida y esto, como se ve aquí, no siempre es bueno.
Son deportivos, por lo que los bastidores no buscan confort. El
Como conclusión: el Mini para pasear rápido, y el Abarth, aunque algo más lento, mejor para un conductor más rácing. Si sólo buscas estética, entonces olvídate de lo que te he contado de la conducción deportiva y disfruta con el que sea, que no te equivocarás.