Aunque sean pequeños y con un enfoque fundamentalmente urbano, su exclusividad y precio dejan claro que estamos ante modelos aspiracionales, independientemente del motor que incorporen. Y es que dentro de la amplísima gama de Mini y Audi A1 podemos encontrar desde versiones deportivas John Cooper Works y S1 —ambas de 231 CV y talante radical—, hasta alternativas turbodiésel de tres cilindros y muy bajo consumo, con 95 y 90 CV, respectivamente. Sin embargo, los dos protagonistas de esta comparativa apuestan por la eficiencia en gasolina, probablemente la opción más acertada para desenvolverse por su entorno natural, la ciudad. Y para ello recurren a modestas aunque sofisticadas mecánicas de en torno a 100 CV.
En el caso del Audi A1, estamos ante el primer tricilíndrico de gasolina de Audi, un propulsor que ha hecho su aparición en la gama con el último restyling del modelo. Se trata del mismo 1.0 turbo que podemos encontrar en el Seat Ibiza y en el Volkswagen Polo, con 95 CV y, en este caso, un distintivo 'Ultra' adornando el portón trasero. Quiere decir que estamos ante una mecánica que puede presumir de consumos muy bajos, pues esta denominación define habitualmente a las versiones más especializadas en eficiencia, generalmente Diesel. Por otro lado, su funcionamiento resulta más agradable y con más garra que los Diesel básicos, aunque no tanto como los TFSI más potentes —y con más cilindros—, que le superan no sólo en prestaciones, sino también en refinamiento. De igual forma, el Mini es un modelo muy parco en consumos, con una arquitectura mecánica muy similar, también tricilíndrica, turbo y con inyección directa, pero en este caso con 102 CV. Es menos puntiagudo que el Audi en la zona alta del cuentavueltas, pero a bajo y medio régimen nos regala un mayor empuje.
Mini One y Audi A1: transmisiones vanguardistas
Los dos recurren a cajas de cambio con aspectos técnicos destacables que mejoran el agrado de uso. El Audi A1 probado equipa un S tronic de doble embrague y 7 velocidades, una opción que permite un escalonamiento de los desarrollos bastante más cerrado que su rival, de manera que consigue buena respuesta pese a su menor potencia y par. Logra moverse con soltura a costa de reducir con más frecuencia, pero las transiciones entre marchas son muy suaves, casi imperceptibles, e inmediatas. Resulta muy placentero manejar el cambio en modo manual, mediante las levas o la palanca, aunque también funciona de forma notable en sus programas automáticos, tanto el convencional como el Sport. Únicamente en arrancadas puede ser algo brusco, hasta que te acostumbras a dosificar el acelerador convenientemente, y lo mismo sucede en aparcamientos muy estrechos, o en cuesta, donde no ofrece tanta precisión como quisiéramos.
En el caso del Mini, nos encontramos ante la versión manual —también hay un automático, de 6 marchas—, pero no es un manual cualquiera, ya que cuenta con una función de doble embrague en reducciones que da un golpe de gas de manera automática, para así poder cambiar con más rapidez y suavidad, e incluso realizar la maniobra de punta-tacón en frenadas sin ningún esfuerzo por nuestra parte. Se logra así una conducción muy suave y deportiva, independientemente del nivel de pilotaje, aunque sigue siendo un coche relativamente exigente debido a una rápida dirección que requiere estar concentrado.
En cuanto a comportamiento, los dos ponen el listón muy alto. El Audi A1 cuenta con una batalla menor que mejora la maniobrabilidad y el aparcamiento, aunque no transmite tanta sensación de aplomo ni estabilidad a alta velocidad como el Mini. Este último, equipado con una muy firme suspensión deportiva opcional, resulta más incómodo, pero no mucho más eficaz que su oponente en curvas medias y lentas, ya que el Audi A1 cuenta con un tarado muy acertado de amortiguación y, en esta ocasión, prestacionales neumáticos montados sobre enormes llantas de 18 pulgadas. Sólo en situaciones complicadas el Mini aporta un extra de aplomo y precisión, fruto de un elaborado tren trasero multibrazo, más participativo y capaz de lograr ágiles reacciones frente a cualquier solicitud por nuestra parte. En ambos coches, los controles electrónicos son capaces de mantener las cosas en su sitio en caso de error de conducción y, si se da la situación, ayudar a transmitir la tracción al acelerar en plena curva, distribuyendo la potencia entre las ruedas delanteras cuando el pavimento está deslizante, gracias a sus respectivas funciones de "autoblocante" electrónico que actúan por medio de los frenos.
Mini One y Audi A1: detallistas
En el interior, Mini hace gala de un diseño más personal y moderno, con equipamientos tan sofisticados como el Head-Up Display o una iluminación ambiental multicolor, a juego con el reborde iluminado de la pantalla central, que cambia de tonalidad interactuando con otros sistemas del coche. Ofrece menús muy trabajados y más funciones que el Audi A1 en su sistema de información y entretenimiento, aunque también habrá quien aprecie la mayor sencillez del Audi A1, que también está resuelto con mucho cuidado por los detalles.
Otra cosa en la que no tienen rival es en el grado de personalización que los dos pueden alcanzar. Del Mini ya lo sabíamos y, para igualarle —o incluso superarle— el Audi A1 ofrece tras su último restyling una buena parte de su lista de extras plagada de abundantes posibilidades para combinar colores, pinturas, combinaciones para el arco del techo y el propio techo, retrovisores, faldones, apliques, láminas con diseños decorativos, inserciones en el habitáculo, tapicerías... además de un departamento Audi Exclusive con el que realizar una creación única, a base de talonario, claro está.
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