Mercedes C 220 CDI

No es el más espacioso de su segmento, ni el que cuenta con mejores terminaciones, pero esta renovada edición del Clase C sigue teniendo el dinamismo y la impecable presencia de su antecesor.

Mercedes C 220 CDI
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La suspensión está muy elaborada y emplea amortiguadores con dureza variable en función del recorrido, al estilo del Clase A, con una fase inicial más blanda para filtrar mejor las irregularidades de la carretera, pero mayor firmeza en el resto del recorrido para no comprometer la alta estabilidad del conjunto. El resultado es excelente, con una calidad de rodadura y una capacidad de absorción dignas de segmentos superiores y, al mismo tiempo, una eficacia muy notable en todo tipo de trazados. El tren delantero no es particularmente incisivo, quizá por no llevar neumáticos de perfil bajo ni suspensión deportiva opcional, aun así, la entrada en curva es inmediata y el guiado del coche, perfecto, gracias en parte al rígido chasis y a una dirección rápida, aunque no excesivamente comunicativa. El tren trasero, por su parte, apoya enseguida y da mucha sensación de seguridad, al tiempo que redondea ligeramente los giros —algo más si deceleramos en plena curva—, repartiendo el apoyo entre las cuatro ruedas y aportando un gran equilibrio. Llegada una situación de emergencia en la que se alcance el límite de adherencia, las reacciones son progresivas, con un intento de sobreviraje que rápidamente corta el control de estabilidad desconectable, que puede actuar sobre tres ruedas a la vez, de manera nada brusca. También vemos parpadear la luz amarilla del ESP a la salida de algunas curvas cerradas, pero el coche siempre va por donde se le manda. Curiosamente, a alta velocidad en autopista, y a pesar de que el aplomo es indiscutible, pueden surgir algunos movimientos parásitos de la carrocería, casi inapreciables, como si hubiese ligeras rachas de viento lateral. En marcha es muy silencioso y el sonido del motor es tan discreto que apenas molesta, aunque a partir de 4.000 vueltas se hace más apreciable. Es más patente el ruido de rodadura y el del viento, puede que por el generoso tamaño de los retrovisores exteriores, que integran intermitentes con tecnología LED. Éstos mejoran notablemente la visibilidad hacia atrás, aunque, como contrapartida, limitan la visión lateral en giros, también porque el pilar delantero es más ancho en su parte baja.La distancia de detención ha sido el punto flaco en nuestras mediciones, con 80 metros en el paso de 140 a 0 km/h, una cifra que se sale de lo aceptable, y sobre todo en este coche, que va equipado con todo tipo de ayudas electrónicas a la conducción. Está más limitada por el agarre de los neumáticos y por la suavidad de las suspensiones —opcionalmente pueden ser más duras, e incluso activas— que por el equipo de frenos, que cuenta con buena potencia y una alta resistencia a la fatiga. En caso de calentarse a causa de un uso muy intensivo, su tacto pasa a ser algo áspero, pero se mantiene el grado de eficacia. Cuando se realiza una frenada violenta las luces de freno, de tipo LED, parpadean rápidamente para avisar a los demás conductores y, en caso de llegar a detener el vehículo por completo, se activan las luces de emergencia. En lo respectivo a equipamiento, el de serie es tan amplio que prácticamente no es necesario ningún extra para que esté a nuestro gusto. Los más sibaritas tienen a su disposición una larga lista de opciones que va desde el techo panorámico, hasta el sistema de acceso y arranque sin llave, pasando por un dispositivo de faros inteligentes con cinco modos de iluminación en función del tipo de carretera, o un elevador de la suspensión para rampas. En definitiva, este Clase C no resuelve más necesidades que una berlina convencional, pero aporta un plus de tecnología y de agrado de uso. Es un coche muy bien hecho, en el que todo transmite sensación de calidad, desde el último remate del maletero hasta el sonido que hacen las puertas, el capó o la guantera al cerrarse.