Hablar del Unimog es referirse a un icono histórico dentro del segmento de los vehículos de todo terreno, aunque la versatilidad que aporta este modelo hace que esta sea tan solo una de las múltiples facetas de las que hace gala.
Concebido hace setenta años como vehículo agrícola de aspecto un tanto destartalado, a medio camino entre un tractor y un camión de pequeñas dimensiones, el Unimog es a día de hoy todo un icono al que sucesivas evoluciones le han situado a la cabeza de los vehículos multifunción, capaces de ejecutar diferentes tareas de forma simultánea, lo que le han convertido en una especie de navaja suiza con ruedas.
Y es que en realidad el Unimog es mucho más que un camión 4X4, pues sus habilidades le permiten adentrarse en un amplio repertorio de tareas profesionales encomendadas por ejemplo a un tractor agrícola o forestal, servicio de emergencia o de mantenimiento invernal, poniendo en todos los casos el listón de eficiencia muy alto.
El Unimog U5023 sobre el que hemos realizado este contacto está equipado con el motor OM934 con especificaciones BlueTec 6, en referencia a la homologación bajo la norma sobre emisiones, para lo que se instala un sistema de recirculación de gases (EGR), filtro de partículas e inyección de AdBlue con catalizador SCR.
Esta bancada de cuatro pistones en línea y 5,1 litros de capacidad interna, ofrece una potencia de 231 CV con un par motor de 900 Nm a un régimen de entre 1.200 hasta 1.600 revoluciones, y a él se conecta una caja de cambio semiautomática que ofrece ocho velocidades hacia delante y seis marchas hacia atrás.
Como curiosidad diremos que los dos últimos desarrollos se encuentran bloqueados electrónicamente para evitar circular a más de 60 km/h de “espaldas”, por lo que se reservan en exclusiva para funciones tan exóticas como cuando el Unimog transita sobre las vías de un tren arrastrando un convoy.
Así es la gama
La nueva gama Unimog está compuesta actualmente por ocho modelos diferentes para una MMA de entre 10 y 16,5, con longitudes que van desde los 4,9 hasta los 6,2 metros de las variantes de mayor tonelaje.
Para ello este vehículo multifunción se vale de un chasis muy compacto y resistente, que a diferencia de otros camiones se ensambla mediante soldadura para fortalecer las uniones entre los largueros y los travesaños tubulares, lo que le permite retorcerse hasta 600 milímetros hacia ambos lados cuando se contorsionan en zonas sinuosas fuera de asfalto.
Para garantizar el avance, la tracción se encomienda a un esquema de propulsión a las ruedas posteriores, conectable a ambos ejes, que son del tipo “pórtico”.
Una técnica que, mediante un sistema de engranaje, eleva la altura de grupo de trasmisión, carenándolo debajo del bastidor, lo que sirve como protección ante posibles impactos que pudieran producirse cuando por ejemplo el Unimog transita encarrilado entre roderas.
La articulación de ambos trenes de rodadura se encomienda a un sistema tradicional de muelles helicoidales como elemento elástico, un esquema que aporta un enorme recorrido libre a las ruedas para que estas mantengan el contacto con el suelo.
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Imparable
Como referencia diremos que el frontal forma un ángulo de ataque de 44º, con una parábola ventral de 34º y no se producirán roces con la zaga si no se superan los 45º de desnivel, soportando inclinaciones laterales de hasta 38º.
Cuando la tracción se complica, el conductor puede programar la gama de marchas cortas en el ordenador de a bordo y comenzar a bloquear el diferencial central, trasero y delantero, por este orden de manera sucesiva.
Al volante
El Unimog es un vehículo complejo en su manejo, aunque no en su conducción, ya que la posibilidad de realizar un gran número de tareas de manera simultánea, requiere que el operador cuente con la formación y la concentración necesaria para sacar el máximo partido.
Superada la intimidación inicial ante el surtido repertorio de mandos, comprobamos que la conducción desde esta atalaya en forma de cabina no presenta el mínimo problema, pues se trata de un vehículo que mide tan solo 4.900 mm entre ambos extremos con una asombrosa capacidad para hacer frente a los obstáculos que se le van presentando.
Cuatro enormes ruedas especializadas, que en todos los casos se montan en formato single y no doble, donde las traseras siguen fielmente la trayectoria descrita por las del eje delantero, con una capacidad de maniobra que permite rematar un círculo en tan solo 6,3 metros.
Una dirección adecuada en tacto y multiplicación, que no filtra del todo las rugosidades del pavimento, al igual que sucede con la suspensión por muelles que propicia que los ocupantes salten en sus butacas si en conductor se muestra muy eufórico en el ritmo de marcha.
Acometemos los primeros obstáculos y el sistema de tracción al que hemos ido añadiendo “hierros” según se han complicado las condiciones de adherencia y la verticalidad, nos hacen pensar que maniobramos con un vehículo movido mediante orugas, más que sobre neumáticos.
Especialmente interesante nos ha resultado el nuevo sistema denominado Tirecontrol, que permite programar la presión de inflado de los neumáticos en función del tipo de pavimento sobre el que se circule y activarla de manera automática en movimiento.