Adiós al anguloso Mercedes GLK anterior. Y bienvenida al estiloso nuevo Mercedes GLC. Seguramente sea el cambio de denominación en la gama Mercedes que más se justifique hoy, aunque sólo sea por no vincular un incomprendido pasado, con su nuevo SUV medio, desarrollado sobre la misma plataforma y con la genética de la moderna Mercedes Clase C actual. Aquel Mercedes GLK fue el patito feo, y nunca mejor dicho, de un segmento donde sus principales rivales se han hinchado a despachar Audi Q5 y BMW X3, incluso en plena crisis. Y esta vez creemos que por fin no será menos Mercedes.
No hay que ser futurólogo para predecir que su nuevo Mercedes GLC triunfará en el mercado. Y eso que vienen tiempos "difíciles" en el segmento, cuando Lexus con su futurista NX ha entrado también en la partida; y como lo acaba de hacer Land Rover con su novedoso Discovery Sport, en su caso reclamando el papel más off-road del segmento, y como lo hará incluso Jaguar, destilando diseño y deportividad en su inminente F-Pace.
Mercedes GLC: un SUV con estrella
Para esta nueva batalla Mercedes ha recurrido al lenguaje estilístico de la Clase C y parece que se ha inspirado sin reparos en su bonita versión familiar Estate para siluetear al GLC. Sus proporciones también lo han refinado y estilizado mucho. Es 13 centímetros más largo (4,66 metros totales) y 5 más ancho, pero también otros 5 centímetros más bajo que el anterior GLK. Del Cx de 0,34 de éste, el nuevo Mercedes GLC ha pasado a 0,31 de coeficiente aerodinámico, una cifra muy buena en un SUV. Su batalla ha crecido nada menos que 11 centímetros también, todo ello para ofrecer una excelente habitabilidad interior. No hay tanta mejora, en cambio, en su maletero.
Los 390 litros verificados de maletero por nuestro Centro Técnico hasta la cortinilla no son gran cosa en este segmento de SUV medios y los 140 litros que esconde bajo el falso piso (sin rueda de emergencia) son poco aprovechables por la irregularidad de ese espacio. Al menos, como es de esperar, el respaldo posterior se abate comodísimamente por mitades asimétricas mediante pulsadores duplicados y forma una superficie de carga plana. Y cuenta con una red separadora para aprovechar el maletero hasta el techo. El portón es posible automatizarlo para abrirlo y cerrarlo a toque de tecla y también simplemente pasando el pie por debajo del paragolpes para abrirlo, una moda ya hoy muy extendida. Materiales, ajustes y mecanismos transmiten en el nuevo Mercedes GLC una calidad soberbia. Y lo mismo sucede cuando te pones a sus mandos.
Mercedes GLC: comportamiento
Inspirado igualmente en la Clase C, lo más significativo del interior del nuevo Mercedes GLC es su ancha y elegante consola central, la moderna pantalla tipo tablet del sistema de entretenimiento, la miniaturizada palanca del cambio automático en la columna de la dirección o el mando central doble, giratorio y táctil para gobernar un equipamiento que puede llegar a ser "infinito". De nuevo, y aquí hay que tener en cuenta las distintas líneas opcionales de acabados en Mercedes, la percepción de calidad general de este SUV es excepcional.
Ya solo por la definición del habitáculo del nuevo Mercedes GLC te sientes un privilegiado. Y en movimiento te encontrarás, sin temor a equivocarme, con el SUV más confortable del segmento. En mi caso, que en los últimos años la popular Mercedes Clase A y todos sus derivados han sido los Mercedes a los que más me he subido, y hacerlo hoy en el nuevo Mercedes GLC me ha llevado a recordar el inigualable tacto y la calidad de rodadura genuinas de los grandes Mercedes. Ya lo transmitía el anterior GLK, pero lo ensalza el actual GLC.
En su plataforma aparece un eje delantero de 4 brazos, estructura técnicamente más elaborada que el McPherson anterior, y suma la posibilidad de contar con suspensiones neumáticas, como sólo el Porsche Macan ofrecía en el segmento hasta el momento. Pero no depende de este tipo de suspensión para que el nuevo Mercedes GLC te resulte por todo tipo de superficies comodísimo. En este sentido, nuestra unidad de pruebas nos ha enseñado cómo va y se siente un GLC de serie, con sus muelles metálicos y sus reseñables neumáticos de medida 235/60 en llanta de 18 pulgadas, por su generoso perfil.
Con este volumen de aire en contacto con la carretera, unos amplios recorridos de suspensión, muelles flexibles y amortiguadores que varían su compresión y extensión alternando dos válvulas en función a la intensidad de respuesta ante el bache, desde la perspectiva del confort y refinamiento el Mercedes GLC lo hace todo extraordinariamente bien. ¿Y si se tuercen las cosas? Pues de agilidad y fácil guiado tampoco te quejarás.
No por esa suavidad general sientes que se penalice una respuesta de dirección que hace girar muy bien al Mercedes GLC. Es cierto que tiene un punto de balanceo evidente, pero de inmediato este SUV se inscribe por donde a golpe de muñeca tú le indicas. Son sólo poco más de 2 vueltas de volante lo que su dirección pide de tope a tope. Tiene un juego central poco agresivo para transmitir comodidad y estabilidad lineal en recta, pero a medida que giramos se torna claramente más rápida. Si conduces suave, es progresivo y muy cómodo. Si conduces rápido, sin perder su personalidad sientes que gira rápido.
El Mercedes GLC no tiene, eso sí, ese hilo tan directo de dirección que te puede transmitir un BMW X3 en curva, ni su firmeza en apoyo fuerte, pero es una cuestión de tacto, no de tiempos de reacción ni de imprecisiones. La electrónica no disimula su trabajo en trazados muy virados y con suaves ayudas te deja ir muy rápido y muy cómodo. La tracción integral, con un reparto fijado 45/55 por ciento entre el eje delantero y el trasero, y con una electrónica que también participa emulando bloqueos de diferenciales, pone el total equilibrio a un coche que lo exaltarás por su comodidad, pero por esto mismo también por su dinamismo.
Mercedes GLC 220d 4Matic: su motor
En el agrado general del Mercedes GLC influye también muchísimo su motor Diesel de 2,2 litros de cilindrada y 170 CV de potencia: el 220d. Por acústica y vibraciones se siente refinadísimo, algo no siempre evidente en los 4 cilindros Diesel de Mercedes, y por respuesta contundente. El protagonismo no es sólo suyo. Estrena también la nueva caja de cambios automática de 9 velocidades y convertidor de par 9G-Tronic, desarrollada y fabricada por la misma Mercedes, como hace con todas sus cajas de cambio.
El conjunto mecánico resulta un punto de partida excelente (por arriba hay una versión 250d de 204 CV de potencia), por la solvencia y agrado con que se mueve. Con diferentes modos de conducción, puedes cambiar el carácter de su respuesta, que en el modo Comfort propone unos cambios suaves aprovechando la llenísima respuesta de este motor a muy bajo régimen, a otros muchos más rápidos y llevando al motor a girar alegremente por encima de las 4.000 rpm en los modos Sport y Sport . Un cuarto modo Eco desacopla el cambio para rodar por inercia, aunque en este Mercedes GLC 4x4 permanente hay demasiadas resistencias y de inmediato sientes que pierdes velocidad y vuelves a reacelerar. No parece perder mucho, cuando este motor es capaz de mover con cierta solvencia una increíble 9ª marcha que se basta de 1.650 rpm para llevarnos a 120 km/h. En velocidad, y con un 0 a 100 km/h que nuestro Centro Técnico ha medido en 7,86 segundos, es rapidísimo: más que Audi Q5 y BMW X3 equivalentes. Mientras que en consumo real, 6,7 l/100 km de media también medidos, también sorprende por una media muy baja para su envergadura.
En definitiva, el nuevo Mercedes GLC transmite una sensación de gran coche impresionante, de gran calidad y fantástico funcionamiento. Diría, incluso, que transmite un estatus de producto superior al del actual Mercedes Clase C, en teoría la variante SUV de la berlina, o mejor dicho, del Estate. Será, sin duda, uno de los protagonistas del segmento.
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Primera prueba: Mercedes GLC 250d 4Matic