Con 4,395 metros de longitud y basado en el Mazda3, el nuevo Mazda CX-30 apunta de lleno al segmento SUV compacto, aportando argumentos que van mucho más allá de una atractiva estética. Comparte tecnología y mecánicas con el citado modelo, así como los buenos acabados de su interior, aunque añade algún elemento propio que eleva ligeramente el listón (también lo hace su precio, a partir de 27.575 €), como son las salidas de ventilación específicas para las plazas traseras, que denotan un enfoque algo más familiar. Al mismo tiempo aumenta la capacidad del maletero, que cubica 430 litros (358 l en el Mazda3) y goza de una amplia boca de carga, situada su parte inferior a 73,1 cm del suelo.
El acceso al interior del Mazda CX-30 resulta fácil, ya que todas las puertas dejan un amplio hueco para pasar sin que la cabeza toque en la parte superior. Dentro es espacioso, aunque la plaza central trasera, como suele ocurrir en este segmento, es para uso ocasional, ya que no hay anchura suficiente para que tres adultos se acomoden de manera confortable. En cuanto a la postura de conducción, es perfecta, solamente un poco más elevada que en el Mazda3, con una dureza y contorno muy apropiados del asiento y buena visibilidad hacia todos los ángulos. El cuadro de mandos, que está formado por una combinación de relojes analógicos y pantalla digital, puede estar complementado por un Head-Up Display proyectado sobre el parabrisas. Para el manejo de la pantalla central, Mazda recurre a un sencillo y práctico mando giratorio.
Mazda CX-30: gama y dinámica
El Mazda CX-30 se ofrecerá a partir de septiembre con motores Skyactiv-G de gasolina (122 CV) y Skyactiv-D Diesel (116 CV), mientras que en octubre llegará el esperado Skyactiv-X (180 CV) de gasolina, cuyo novedoso proceso de combustión (por ignición y compresión) aúna en cierta medida las ventajas del Diesel y de la gasolina. Habrá opciones manuales y automáticas, todas ellas de 6 velocidades, además de versiones de tracción total o delantera. En esta primera toma de contacto hemos conducido el Mazda CX-30 Skyactiv-G, en configuración manual y con tracción delantera.
Dinámicamente, el Mazda CX-30 está muy en la línea del Mazda3, con un tacto de conducción prácticamente idéntico y un comportamiento igual de agradable, sin lugar a dudas más de turismo que de SUV. Resulta muy confortable, sin los típicos movimientos transversales que transmiten la mayoría de los SUV a los pasajeros, y con un tarado de suspensiones muy equilibrado. Sin necesidad de recurrir a amortiguadores pilotados absorbe bien las irregularidades y apenas hay balanceo en curva. Únicamente en algún tipo de bache se nota una mayor rigidez respecto al Mazda3, aunque es una diferencia sutil, fruto de un incremento de peso poco excesivo, de apenas 100 kg, y de que su centro de gravedad tampoco es demasiado alto, ya que la altura libre al suelo es de 17,5 cm.
La dirección del nuevo Mazda CX-30 es precisa y bastante directa, con un grado de asistencia muy acertado, acorde con el resto de mandos. El accionamiento del cambio también resulta una gozada, algo de agradecer teniendo en cuenta que se debe utilizar con frecuencia para obtener cierto dinamismo de la mecánica, ya que ésta es atmosférica, de respuesta muy inmediata y perfecta dosificación, pero sin el par motor al que nos tienen acostumbrados los propulsores turboalimentados. El motor, de dos litros de cilindrada, cuenta con sistema de desactivación de cilindros, que puede llegar a transmitir alguna vibración poco perceptible cuando funciona en modo bicilíndrico, pero en general resulta de lo más suave y refinado, algo que se complementa con un nivel sonoro dentro del habitáculo muy bajo.
Mazda CX-30: también con hibridación suave
Lo mismo se puede decir de su brillante sistema Stop/Start, asociado al conocido sistema de hibridación suave (M Hybrid), que consiste en un motor/alternador conectado a una red secundaria de 24 voltios y una pequeña batería de iones de litio. El motor eléctrico, si bien no impulsa de manera independiente al Mazda CX-30, puede aportar algo de potencia puntualmente, hacer las veces de motor de arranque, o recargar la batería en deceleraciones, pero también se usa para ‘frenar’ al motor de combustión cuando cambiamos a una marcha superior, para que caiga antes de vueltas y podamos lograr así más suavidad y rapidez. En este apartado no hay diferencia alguna con el Mazda3, del que ya hemos hablado —y probado— más en profundidad anteriormente. El resultado, como ya hemos dicho, es un alto agrado de uso y unos consumos muy contenidos, (esta versión homologa 5,1 l/100 km de media) a pesar de que no es un coche especialmente prestacional.
Del equipamiento del Mazda CX-30 cabe destacar la generosa dotación de seguridad que ofrece, bien de serie o en opción, con elementos como faros led adaptativos, asistente activo de carril, frenada automática, aviso de tráfico cruzado trasero y delantero, o monitorización del conductor, que detecta si no estamos mirando a la carretera para avisar con más anticipación de un posible peligro. En definitiva, se trata de un práctico SUV de ultimísima generación que, además de ser bonito, brinda una conducción muy gratificante.