Intuíamos al ponernos al volante, que el nuevo IS F nos transportaría a un mundo de sensaciones y potencia descomunal. Pero, a veces, la realidad supera la ficción. Entre la emoción y las ganas de comenzar a rodar, arrancamos por botón y… ¡Cómo suena! El bramido de auténtico V8 rodea la escena, un sonido que, a partir de entonces, no sólo no se aplacará, sino que irá afinándose conforme explotemos el régimen de giro. Y aseguramos que da para mucho.Acabábamos de preguntar a los ingenieros de Lexus el porqué de una transmisión de 8 relaciones para este superdeportivo. “Muy sencillo. En realidad hemos configurado una primera relación muy cerrada y dispuesta a facilitar el arranque incluso en terrenos con poca adherencia. La octava, todo lo contrario, ofrece un desarrollo muy largo para poder rebajar los consumos en autopista circulando a muy bajo régimen. Así, nos quedan realmente seis muy equilibradas y con transiciones muy suaves para ofrecer un rango de uso completo". Hundimos el pie en el acelerador y la salida es, en efecto, fulgurante. El IS F empuja con alevosía, pero de una manera extremadamente progresiva para su nivel de prestaciones y muy suave en el tránsito de relaciones, que empiezan a agotarse una tras otra en modo automático para sacar el máximo partido al V8. A partir de 4.000 vueltas, el profundo ruido de escape se transforma en un delicioso y deportivo sonido estudiado por Lexus mediante caja de resonancia. Así, entre una marcha y otra, tenemos que fijar la atención en el velocímetro para concienciarnos de la sorprendente velocidad que alcanza este deportivo en tiempo inmediato.Comprobado su sensacional empuje y capacidad desorbitada para subir de vueltas hasta el corte, situado en unas 6.800 rpm, nos adentramos en autopista. Es hora de comprobar su comodidad, de la que Lexus ha estado presumiendo frente a sus rivales alemanes. Evidentemente, con suspensión deportiva, va duro de amortiguación, pero en unos niveles más que soportables para nuestro confort. Insertamos la octava velocidad. Es muy larga (poco más de 60 km/h cada 1.000 rpm) y nos lleva a circular a 120 km/h a poco menos de 2.000 vueltas. Sin embargo, pisamos el acelerador y encontramos todavía respuesta (la gran cilindrada del motor es en este caso una ayuda), por lo que podemos movernos plácidamente con muy poca rumorosidad y aplacando el consumo hasta unos 10 l/100 km de media. De lo contrario, este subirá siempre por encima de los 13 litros. Y eso se traduce en una emisiones homologadas de C02 de 270 gr/km, aunque, eso sí, según Lexus, un 13 por ciento menor que sus competidores. Es lo que tienen los deportivos.Sabemos ya que rueda bien, que el cambio automático funciona a las mil maravillas y que gasta combustible en consecuencia. Decidimos entonces probar el modo de cambio secuencial. Podemos elegir entre movimiento de palanca o levas en el volante. Nos quedamos con estas últimas, muy bien situadas tras la dirección para su accionamiento instantáneo. El IS F no deja de sorprendernos, la libertad es total. Apuramos hasta el corte y se mantiene, sin engranar una velocidad superior, lo mismo que por debajo. Lo dejamos caer de revoluciones hasta algo menos de 1.500 rpm y tampoco acciona una velocidad inferior. El conductor tiene la última palabra, como si de una auténtica transmisión manual se tratara.Subimos marcha, bajamos marcha (por cierto, con pequeños golpes de gas como buen deportivo en las reducciones para equiparar la velocidad del motor a las ruedas), y los cambios se efectúan de manera inminente. Según los ingenieros japoneses, el aumento de velocidades se realiza en apenas una décima de segundo, mientras, como es obvio, las reducciones requieren un poco más de esfuerzo (0,3 s). Tiempos en cualquier caso excepcionales y que, según la firma nipona, son incluso menores que las alabadas transmisiones de doble embrague. Ya tendremos ocasión de comprobarlo a fondo cuando pase por nuestro Centro Técnico. Una vez efectuadas las primeras pruebas en carretera, llega por fin la hora de comprobar sus verdaderas virtudes deportivas en el único lugar donde se puede correr con seguridad, en un circuito. El trazado elegido, el de Monteblanco, en Huelva, y sólo unas pocas vueltas. Pero el Lexus IS F nos deja muy buena impresión.Para explotar mejor sus virtudes, es momento de accionar el modo Sport mediante un botón situado en la consola central. De este modo, varían las leyes del cambio y se modifican también otros parámetros, como una disminución de la asistencia de la dirección y una respuesta más sensible del acelerador. Además, el programa electrónico de estabilidad (VDIM) se vuelve más permisivo, retrasando su entrada en acción, e incluye un avanzado control de tracción capaz de frenar selectivamente la rueda motriz que patine para ganar velocidad en la salida de las curvas. Al no disponer, por tanto, de un diferencial mecánico autoblocante, esta función no está operativa al desconectar el VDIM, por lo que las pérdidas de adherencia en estas circunstancias son mayores y el IS F pierde eficacia.Así, con los controles conectados y el modo Sport, el Lexus IS F devora curva tras curva a velocidades vertiginosas. Y lo mejor es que a pesar de disponer de 423 CV bajo el capó, resulta realmente fácil de conducir. Con respecto al IS convencional ha ganado 75 kg de peso, situando la báscula en más de 1,7 toneladas totales. Pero su agilidad es sobresaliente. Rueda prácticamente pegado al asfalto, sin apenas balanceos y con una dirección muy precisa e incisiva. Los apoyos son muy buenos y el agarre viene garantizado por sus poderosos neumáticos. Además, el tren trasero mantiene bien la compostura, sólo con algún amago fácilmente controlable de sobreviraje al traspasar los límites de adherencia.Con un gran bastidor, sólo hacían falta unos buenos frenos para disfrutar por completo. Y, aquí, el equipo desarrollado por Brembo cumple a la perfección con una potencia y una resistencia en línea con sus aptitudes dinámicas. Quizás unos frenos cerámicos le hubieran sentado aún mejor. Pero, preguntada su ausencia a los ingenieros japoneses, la respuesta es contundente. “A parte de su mayor coste, necesitan más tiempo para calentarse y, en un uso normal en carretera, no llegan a alcanzar su mejor rendimiento". Y es que, en el fondo, Lexus ha pretendido con su IS F desarrollar un deportivo con la suficiente comodidad para adaptarse a cualquier uso en carretera. Desde luego, parecen haberlo conseguido.
— Así es...Intuíamos al ponernos al volante, que el nuevo IS F nos transportaría a un mundo de sensaciones y potencia descomunal. Pero, a veces, la realidad supera la ficción. Entre la emoción y las ganas de comenzar a rodar, arrancamos por botón y… ¡Cómo suena! El bramido de auténtico V8 rodea la escena, un sonido que, a partir de entonces, no sólo no se aplacará, sino que irá afinándose conforme explotemos el régimen de giro. Y aseguramos que da para mucho.Acabábamos de preguntar a los ingenieros de Lexus el porqué de una transmisión de 8 relaciones para este superdeportivo. “Muy sencillo. En realidad hemos configurado una primera relación muy cerrada y dispuesta a facilitar el arranque incluso en terrenos con poca adherencia. La octava, todo lo contrario, ofrece un desarrollo muy largo para poder rebajar los consumos en autopista circulando a muy bajo régimen. Así, nos quedan realmente seis muy equilibradas y con transiciones muy suaves para ofrecer un rango de uso completo". Hundimos el pie en el acelerador y la salida es, en efecto, fulgurante. El IS F empuja con alevosía, pero de una manera extremadamente progresiva para su nivel de prestaciones y muy suave en el tránsito de relaciones, que empiezan a agotarse una tras otra en modo automático para sacar el máximo partido al V8. A partir de 4.000 vueltas, el profundo ruido de escape se transforma en un delicioso y deportivo sonido estudiado por Lexus mediante caja de resonancia. Así, entre una marcha y otra, tenemos que fijar la atención en el velocímetro para concienciarnos de la sorprendente velocidad que alcanza este deportivo en tiempo inmediato.Comprobado su sensacional empuje y capacidad desorbitada para subir de vueltas hasta el corte, situado en unas 6.800 rpm, nos adentramos en autopista. Es hora de comprobar su comodidad, de la que Lexus ha estado presumiendo frente a sus rivales alemanes. Evidentemente, con suspensión deportiva, va duro de amortiguación, pero en unos niveles más que soportables para nuestro confort. Insertamos la octava velocidad. Es muy larga (poco más de 60 km/h cada 1.000 rpm) y nos lleva a circular a 120 km/h a poco menos de 2.000 vueltas. Sin embargo, pisamos el acelerador y encontramos todavía respuesta (la gran cilindrada del motor es en este caso una ayuda), por lo que podemos movernos plácidamente con muy poca rumorosidad y aplacando el consumo hasta unos 10 l/100 km de media. De lo contrario, este subirá siempre por encima de los 13 litros. Y eso se traduce en una emisiones homologadas de C02 de 270 gr/km, aunque, eso sí, según Lexus, un 13 por ciento menor que sus competidores. Es lo que tienen los deportivos.Sabemos ya que rueda bien, que el cambio automático funciona a las mil maravillas y que gasta combustible en consecuencia. Decidimos entonces probar el modo de cambio secuencial. Podemos elegir entre movimiento de palanca o levas en el volante. Nos quedamos con estas últimas, muy bien situadas tras la dirección para su accionamiento instantáneo. El IS F no deja de sorprendernos, la libertad es total. Apuramos hasta el corte y se mantiene, sin engranar una velocidad superior, lo mismo que por debajo. Lo dejamos caer de revoluciones hasta algo menos de 1.500 rpm y tampoco acciona una velocidad inferior. El conductor tiene la última palabra, como si de una auténtica transmisión manual se tratara.Subimos marcha, bajamos marcha (por cierto, con pequeños golpes de gas como buen deportivo en las reducciones para equiparar la velocidad del motor a las ruedas), y los cambios se efectúan de manera inminente. Según los ingenieros japoneses, el aumento de velocidades se realiza en apenas una décima de segundo, mientras, como es obvio, las reducciones requieren un poco más de esfuerzo (0,3 s). Tiempos en cualquier caso excepcionales y que, según la firma nipona, son incluso menores que las alabadas transmisiones de doble embrague. Ya tendremos ocasión de comprobarlo a fondo cuando pase por nuestro Centro Técnico. Una vez efectuadas las primeras pruebas en carretera, llega por fin la hora de comprobar sus verdaderas virtudes deportivas en el único lugar donde se puede correr con seguridad, en un circuito. El trazado elegido, el de Monteblanco, en Huelva, y sólo unas pocas vueltas. Pero el Lexus IS F nos deja muy buena impresión.Para explotar mejor sus virtudes, es momento de accionar el modo Sport mediante un botón situado en la consola central. De este modo, varían las leyes del cambio y se modifican también otros parámetros, como una disminución de la asistencia de la dirección y una respuesta más sensible del acelerador. Además, el programa electrónico de estabilidad (VDIM) se vuelve más permisivo, retrasando su entrada en acción, e incluye un avanzado control de tracción capaz de frenar selectivamente la rueda motriz que patine para ganar velocidad en la salida de las curvas. Al no disponer, por tanto, de un diferencial mecánico autoblocante, esta función no está operativa al desconectar el VDIM, por lo que las pérdidas de adherencia en estas circunstancias son mayores y el IS F pierde eficacia.Así, con los controles conectados y el modo Sport, el Lexus IS F devora curva tras curva a velocidades vertiginosas. Y lo mejor es que a pesar de disponer de 423 CV bajo el capó, resulta realmente fácil de conducir. Con respecto al IS convencional ha ganado 75 kg de peso, situando la báscula en más de 1,7 toneladas totales. Pero su agilidad es sobresaliente. Rueda prácticamente pegado al asfalto, sin apenas balanceos y con una dirección muy precisa e incisiva. Los apoyos son muy buenos y el agarre viene garantizado por sus poderosos neumáticos. Además, el tren trasero mantiene bien la compostura, sólo con algún amago fácilmente controlable de sobreviraje al traspasar los límites de adherencia.Con un gran bastidor, sólo hacían falta unos buenos frenos para disfrutar por completo. Y, aquí, el equipo desarrollado por Brembo cumple a la perfección con una potencia y una resistencia en línea con sus aptitudes dinámicas. Quizás unos frenos cerámicos le hubieran sentado aún mejor. Pero, preguntada su ausencia a los ingenieros japoneses, la respuesta es contundente. “A parte de su mayor coste, necesitan más tiempo para calentarse y, en un uso normal en carretera, no llegan a alcanzar su mejor rendimiento". Y es que, en el fondo, Lexus ha pretendido con su IS F desarrollar un deportivo con la suficiente comodidad para adaptarse a cualquier uso en carretera. Desde luego, parecen haberlo conseguido.
— Así es...