KTM X-BOW GT: sólo se vive una vez

El KTM X-Bow es un coche deportivo ideal para participar en las tandas en circuito, pero también para disfrutar por tortuosas carreteras de montaña, como por ejemplo, las de Croacia.

Juan Ignacio Eguiara

KTM X-BOW GT: sólo se vive una vez
KTM X-BOW GT: sólo se vive una vez

La idea de hacer un viaje con el KTM X-Bow GT puede parecer algo descabellada. Surgió en realidad del deseo de satisfacer nuestros más bajos y, a la vez, más elevados instintos: oler el caucho quemado y el aceite caliente. En Rijeka (Croacia) finaliza su temporada la X-Bow Battle, el torneo monomarca de la locomotora austriaca, a lo largo de los 4.168 metros del Automotodrom de Grobnik. En éste se celebró, entre 1978 y 1990, el campeonato mundial de motociclismo; actualmente, este circuito sinuoso y extremadamente rápido sólo recibe contadas visitas entre las escarpadas rocas que lo circundan.

KTM X-BOW GT

Así, partiendo deSviscaki, en Koseze, tomábamos con nuestro KTM X-Bow GT la autopista A9 hacia el sur, manteniendo más o menos el curso hacia Maribor, con una pequeña maleta en el asiento del copiloto. Mientras, el motor de dos litros con turbocompresor se esfuerza, algo ofendido por no pasar de 130 km/h. Las vistas son tan fantásticas como el tiempo, sin que las arruine ni un exceso de carrocería ni el viento en contra, que sólo le revuelve a uno un poco el pelo. Así que optamos por salir de la autopista, tomar un pequeño rodeo por las sinuosas carreteras comarcales del sur de Estiria y dejar que el KTM X-Bow se desfogue un poco entre viñedos.

Enseguida, el morro anguloso del KTM X-Bow GT se pone a olfatear las curvas, sus amortiguadores se ponen manos a la obra, a mis espaldas borbotea y ruge el cuatro cilindros de 285 CV, que soporta siempre una marcha más de lo esperado gracias a un par motor máximo de 42,8 mkg. Pocos coches entretienen más que éste: en estos momentos no echamos de menos ni la radio, ni el navegador, ni el amplificador de la fuerza de frenado, ni la dirección asistida y ni siquiera el ABS (por mucho que sea un invento bastante útil). La conducción de este KTM X-Bow GT cautiva cada vez más.

KTM X-BOW GT

En el KTM X-Bow GT, la autonomía no está mal para contar con un depósito de sólo 40 litros, pero a pesar de nuestro ritmo fuerte, las relaciones del cambio cortas y las carreteras sinuosas, el consumo medio no pasa de 10,2 l/100 km.

Hace tiempo que dejamos atrás el paso de frontera hacia Croacia, en el cual, al mismo tiempo, la mediocre carretera comarcal se convierte en una nueva autopista de cuatro carriles y el Mar Adriático brilla a nuestra derecha bajo los últimos rayos del sol. Dejando de lado Opatja y Rijeka, tomamos un pequeño rodeo hasta el circuito para subir la temperatura de los Michelin Pilot Sport 3.

El KTM X-Bow GT, en circuito

Una vez en pista con el KTM X-Bow GT y tras abordar la larga recta de línea de meta, llega la zona de frenada. El adherente asfalto presenta ondulaciones, y este biplaza se pone nervioso: eso es justo lo último que le haría falta a un deportivo de motor central sin ABS. Sin embargo, las ruedas no pierden el contacto con el suelo, la cuarta marcha basta para la primera curva a la derecha, y más tarde incluso la quinta, gracias a su gran par motor. También en la siguiente combinación izquierda-derecha-izquierda no nos hace falta cambiar de marcha, a pesar de que la palanca de cambio casi lo pide. Las seis marchas, por lo demás, están muy pegadas la una a la otra, casi como una fila de chalés adosados.

La siguiente curva a la izquierda oculta su vértice a nuestras espaldas, tras un izquierda-derecha-izquierda bajamos rápidamente una cuesta, seguimos en quinta, derecha-izquierda-izquierda cuesta arriba, acelerador a fondo, recta larga, subimos a sexta, 200 km/h, frenada. La velocidad del KTM X-Bow GT es alucinante. El circuito es genial, a pesar de que todo dé la impresión de que el tiempo se hubiese parado en los ochenta, como si los Zastava siguiesen luchando por conseguir títulos. Quizás sea así, ¿quién sabe?

KTM X-BOW GT

El KTM X-Bow GT se abalanza por la recta larga, vuela sobre las ondulaciones del terreno, ejecuta vuelta tras vuelta con la máxima precisión, y su ligero peso mantiene los neumáticos con vida durante mucho tiempo. En algún momento amenaza con llegar la tarde libre, lo que tampoco es tan malo, porque nos espera el paseo marítimo de Opatja, una cerveza como Dios manda y carne a la parrilla.

El KTM X-BOW GT es más satisfactorio de lo que pensaba en viajes de largo recorrido. Siempre lo había considerado un juguete, un biplaza descapotable para hacer tandas en circuitos, más que para utilizarlo en la vida normal. Pero resulta que para hacer un viaje responde a las expectativas mucho mejor de lo esperado. Evidentemente no puede considerarse un Gran Turismo y sus creadores podrían quitarle esas siglas a su nombre, pero ofrece grandes satisfacciones en un viaje. Eso sí, mejor que no llueva y que no haga mucho frío. 

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