Tanto Jeep, al otro lado del Atlántico, como Land Rover, de origen británico, son dos de las marcas con mayor tradición todoterreno. Con la demanda de los SUV actuales es cierto que tanto el actual Cherokee, ya por su quinta generación, como el Discovery, ahora con el apelativo Sport, tienen una vocación más asfáltica, pero no por ello dejan de estar entre los SUV medios más eficaces cuando se acaba la carretera y el camino se complica.
Sus imágenes imponen, sobre todo en el caso del Land Rover Discovery Sport, con una descomunal anchura de 2,07 metros, 17 cm más que su rival, pues en altura sólo levanta 2 cm más mientras que su longitud es 3 cm más reducida. El diseño del Jeep Cherokee, en cambio, ha abandonado las pesadas líneas rectas de ediciones pasadas a favor de superficies más redondeadas que le otorgan una gran personalidad, aunque también coartan su funcionalidad, con un portón casi de estilo coupé que complica en ocasiones la carga del maletero.
Acceder al Jeep Cherokee supone llevarse una grata sorpresa por la mejora de sus materiales, con mucho plástico de tacto mullido y soluciones muy atractivas a la vista, como el doble pespunte de la zona superior del salpicadero imitando a los forrados en piel. No hay fisuras en este aspecto, si bien el Land Rover Discovery Sport luce materiales que aparentan mayor calidad, con plásticos más refinados y pieles más selectas, si bien un exceso de plástico duro en la consola central empaña el panorama. Su postura de conducción es muy buena, con un rango en sus movimientos muy amplio. Más elevada en el Jeep —el asiento del acompañante se posiciona algo más bajo, dado que el del conductor es eléctrico y el otro no— sus asientos también sobresalen por confort, pese a su banqueta algo corta, si bien se echa en falta mayor sujeción en una conducción dinámica. Todos su mandos están muy bien colocados, con una ergonomía correcta, aunque el reposabrazos central queda en una posición excesivamente elevada, aunque realmente esto sólo supone una gran incomodidad en las versiones con cambio manual. En el Discovery Sport, el mando de los elevalunas, emplazado muy elevado, supone la única nota discordante.
Jeep Cherokee y Land Rover Discovery Sport, con los acabados tope de gama
Estas versiones Limited y HSE Luxury, especialmente en el caso del Jeep, ofrecen un completísimo equipamiento de serie, lo que ayuda a percibirlos como coches de lujo. La pantalla de 7” de la instrumentación configurable (se puede ver en grande un velocímetro digital, distinta información del vehículo, asistentes de conducción, audio, mensajes, advertencias…) entre el velocímetro y el cuentarrevoluciones o la táctil de 8,4” de la consola central, que incluye el navegador, son algunos ejemplos, como la práctica llave manos libres o los asientos calefactados y ventilados; ambos como opción en su rival.
Sus plazas traseras ofrecen gran flexibilidad gracias a unos asientos que se regulan longitudinalmente en dos secciones asimétricas, en un rango de 13 cm en el Jeep y 16 en el Land Rover, a los que suman respaldos reclinables. El espacio en el Discovery Sport se siente claramente mayor, aunque el del Jeep —entre los más pequeños de su categoría— también es suficiente. Mejor incluso para adultos, pues sus rodillas no van tan elevadas, mientras que la plaza central es más cómoda que la del británico, que es más estrecha y con un mullido más firme que las laterales.
Como gran valor añadido, ofrece una práctica tercera línea de asientos abatibles —incrementa el precio del coche en 1.370 euros—. Sólo apta para niños, por sus reducidas dimensiones, presenta un gran problema y es que al habilitarla no encontramos ningún hueco en el que dejar la cortinilla cubreequipajes, que ni siquiera cabe en oblicuo en el exiguo maletero —con 7 plazas quedan sólo 85 litros—.
En cuanto a capacidad de carga, el Discovery Sport gana por goleada, con 130 litros más en la posición más adelantada de los asientos de la segunda fila y 105 en la más retrasada. Formas más cubicas y plano de carga más elevado para el Cherokee, ambos con argollas y ganchos para colgar bolsas mientras el inglés se demarca con unos prácticos carriles así como botones para abatir sin ningún esfuerzo los asientos de la segunda fila. Muy cómodo en el Jeep el botón en el lateral del maletero para cerrar eléctricamente sin tener que estirar el brazo para llegar al portón.
Jeep Cherokee y Land Rover Discovery Sport, motores al día
Nacidos en 2013 y 2014 respectivamente, la gran novedad de estos SUV son sus propulsores. En el Jeep por la llegada de un 2.2 Multijet II de procedencia Fiat,
con versiones de 185 y 200 CV, mientras que el Land Rover sustituye su 2.2 de origen Ford con 190 CV por su nueva familia de motores Ingenium, con un 2.0 de 150 o 180 CV. En el primer caso no reemplaza al 2.0 CRD de 140 y 170 CV, sólo presenta dos opciones más con superiores prestaciones. Se trata de un propulsor muy poderoso, con una elevada cifra de par y unas prestaciones, sobre todo en recuperación, que lo equiparan a un BMW X3 20d xDrive Aut. de 190 CV. No es refinado, tanto por rumorosidad como por tacto, pero tampoco tan tosco como el 2.0 Ingenium al ralentí, momento en el que transmite claramente sus vibraciones tanto a los mandos de conducción como al suelo del coche; perceptibles por todos sus pasajeros. Eso sí, en cuanto se inicia la marcha esto desaparece convirtiéndose todo en suavidad y sedoso tacto, con una respuesta mucho más agradable que la del Multijet así como mayor elasticidad. Jekyll y Hyde. Pues basta con detenerse para recibir una gran sacudida cuando el Stop & Start pone de nuevo en funcionamiento el motor. Un propulsor que frente al anterior 2.2 pierde prestaciones, del orden de 0,6 segundos tanto en aceleración como en recuperación, lo que le lleva a ser el más lento de sus rivales; aunque con suficiente dinamismo. Eso sí, el propio de un SUV 4x4 de unos 150 CV, y es que aquí el 2.0 de 180 tiene que mover una masa de casi 2.100 kg; 100 más que en el Cherokee con un motor de menor cilindrada.
Por consumos el Jeep también se impone con contundencia, con un gasto razonable en ciudad y cifras de récord en carretera. El Land Rover gasta de media 1,2 l/100 más, lo que unido a un depósito de sólo 54 litros arroja autonomías mucho menores que en sus rivales. Al menos, en ciudad ha rebajado los registros del 2.2 en 0,9 l/100 km mientras en carretera mantiene las mismas mediciones.
Jeep Cherokee y Land Rover Discovery Sport, con cambio de 9 velocidades
Para la transmisión ambos recurren a la novedosa caja automática por convertidor de par de 9 velocidades de ZF. Se trata de un dispositivo que destaca más por suavidad que por rapidez. No obstante, se siente más refinada en el Discovery Sport, aunque también tarda más tiempo en reaccionar ante una súbita aceleración si previamente no hemos seleccionado su posición Sport o hemos bajado un par de marchas con las levas del volante; de las que el Jeep carece, si bien permite también un manejo secuencial a través de su palanca, reduciendo con toques hacia delante y pasando a una marcha superior al tirar hacia atrás. Frente al 2.0 CRD, ahora en este 2.2 notamos cómo la conexión entre acelerador y respuesta es más directa, como si hubiese menos resbalamiento de su convertidor; aunque en estas circunstancias sus reacciones también son más bruscas que en el inglés.
Con alturas de 1,70 m y unos 2.000 kg, queda claro de partida que el comportamiento de estos coches no puede ser equiparable al de un turismo. Aun así, ambos superan el examen con nota. Eso sí, con una clara apuesta por el confort. El Discovery Sport se siente más dinámico, con una amortiguación firme, contenidos balanceos de carrocería y una dirección rápida y precisa, pero en trazados sinuosos pronto sale a relucir su gran masa, con grandes inercias, que si sabemos aprovechar pueden permitirnos movernos con rapidez; siempre que no nos pasemos de velocidad al entrar en una curva, pues entonces, en el mejor de los casos, perderemos toda la velocidad. El Cherokee apuesta por una amortiguación más suave, aunque sin movimientos verticales excesivos y una dirección que enseguida nos indica que en conducción deportiva no se siente a gusto.
Por campo el Discovery Sport goza de mejores cotas TT y recorridos más amplios de amortiguación, pero también su tracción, en los dos a través de un embrague de tipo Haldex, es más eficaz: incluso por carretera funciona mejor, dado que en el Cherokee, en conducción deportiva, es fácil sentir cómo el coche «pierde» rueda al acelerar con vehemencia tras un brusco cambio de pesos. En el Jeep podemos elegir entre la tracción total Active Drive I o la Active Drive II, que por 3.988 euros añade reductora, carrocería sobreelevada y otros sistemas electrónicos para mejorar sus aptitudes off-road.
El Discovery Sport convence más por cómo está resuelto su interior, ya sea por acabados o habitabilidad, pero corre considerablemente menos que su rival, consume más, no están tan bien equipado y, lo más determinante, cuesta 11.270 euros más, con lo que ya está dicho todo. Sí, puede que el inglés tenga muchas ventajas, pero la diferencia en algunos apartados es demasiado abultada.
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