Honda Jazz Hybrid

Exige nuestra conducta más cívica, y actúa con mismo respeto. Es ecológico, muy funcional entre calles y de alto agrado de uso. Suena a música y, en Honda, toca Jazz. A falta de Diesel, su pequeño monovolumen urbano toma el testigo de apoyo híbrido para rebajar consumos con una nueva versión de gran convivencia diaria.

Honda Jazz Hybrid
Honda Jazz Hybrid

"¿Por qué vas hoy más lento?". Hasta nuestro acompañante, conductor no habitual, intuye pronto que nos movemos en un coche todavía hoy especial. Y esta vez, prácticamente, no había pistas. Ni en el diseño (el de un pequeño monovolumen de sólo 3,90 metros de longitud), ni en pérdidas reales de espacio o nuevos condicionantes técnicos. Vamos en un Honda Jazz.

Bueno, es cierto que ligeramente actualizado en ópticas y parrilla, pero aún así totalmente hoy reconocible como Honda Jazz. Ni siquiera el llamativo color verde manzana (único por cierto disponible), o una instrumentación que varía de tono en función al nivel de eficiencia de conducción, habían creado anteriormente sospechas. La velocidad, en cambio, sí. Levantando gas, dejándole rodar con inercia y, posteriormente, acariciando con sutileza el acelerador, intentaba en recta circular en modo 100% eléctrico, sin contaminar. Y, aún sin sensación de a plena voluntad, lo conseguí por bastantes metros. ¡Qué satisfacción!

Desde luego, ha costado esta vez menos que en el Honda Insight, de quien hereda hoy este Honda Jazz Hybrid prácticamente el conjunto propulsor. Eso sí, tras dos décadas de desarrollo y diez años de comercialización, el sistema híbrido IMA de Honda continúa evolucionando. Además de ser un 24 por ciento más compacto que en su generación anterior, el reducido peso hoy del Jazz y la menor distancia de cableado entre batería y motor mejoran la respuesta eléctrica. Y, aunque a diferencia de Toyota sigue sin poder arrancar en ese modo eléctrico ni rodar hasta 2 km en él con cero emisiones contaminantes, hoy sus ventajas, en gráficos y consumos, se ven... sobre todo en ciudad, hábitat natural y donde el eficaz y dulce sistema Stop/Start es todo ahorro en atascos y detenciones.

Claro que esas ventajas más se ven que se sienten, porque, como es ya habitual en Honda, en impulsión eléctrica se interrumpe el suministro de gasolina y las válvulas de admisión y escape quedan cerradas, pero con el motor girando y los pistones al ralentí. Mecanismo que priva así de rodar como en un Prius en completo silencio.... con el placer extra que aquí también generaría.

Pero en el Honda Jazz Hybrid también hay lugar para la delicia. Aun con puesta en marcha sobre el motor de gasolina, un pequeño 1.3 monoárbol de 88 CV de potencia, el arranque e inicio de desplazamiento urbano es exquisito. Ni una sola vibración, ni un mal ruido. Más quisiera hoy igualar su respuesta cualquier moderno Diesel, porque, además, a este refinamiento suma incluso mejor bajo régimen: la histórica ventaja del gasóleo.

De acuerdo en que en el Honda Jazz Hybrid, básicamente, el motor eléctrico (de sólo 14 CV, frente a los 80 de Toyota, e intercalado entre el motor térmico y la caja automática CVT) funciona de apoyo para una potencia total combinada de 98 CV. Es un concepto de "gastar menos corriendo igual" gracias a su fuerza añadida. Pero también lo es que proporciona un extraordinario agrado en la urbe por salida y reaceleración, porque más importante son sus instantáneos 17 mkg de par máximo entregados a sólo 1.000 rpm. Y eso en modo ECON (anulable por botón) que limita entrega de potencia, par y ventilación, y suaviza respuesta de acelerador y transmisión en favor de la eficiencia.

El Honda Jazz Hybrid es así una lanzadera incluso con motor frío, capaz de moverse con brío entre calles (la visibilidad es buena y gira en poco espacio) y con mínimo consumo: alrededor de 5,5 l/100 km, un 25 por ciento menos que el actual Honda Jazz 1.4 i-VTEC (también con 100 CV) y 1 l/100 km más bajo que cualquier polivalente Diesel, sea en mismo formato de carrocería (por ejemplo, un Kia Venga 1.4 CRDi) o en distinto (VW Polo 1.6 TDI 105 CV). Cifras, sin duda, de gran ciudadano... aunque para merecer el calificativo de ejemplar tenga que aportar algo más.

Y el Honda Jazz Hybrid lo añade, ya que, a su conocido buen ambiente interior y alta calidad percibida (con plásticos rígidos pero muy convincentes al tacto), aporta gran función. Abundan los huecos portaobjetos, la habitabilidad es buena y, detrás, sigue contando con puertas que se abren en ángulo de casi 90 grados para facilitar accesos; también dispone de un práctico sistema modulable de asientos (los respaldos se reclinan, abaten y hasta pliegan verticalmente hacia arriba para transportar sobre el piso trasero grandes objetos) y un buen maletero de 350 dm3 de carga para sus apenas 3,90 metros de largo, a pesar de contar con las baterías de níquel metal hidruro por debajo: sólo requieren eliminar el doble piso de carga y la rueda de repuesto. En su lugar, eso sí, el "temido" kit antipinchazos.

Impecable por tanto el funcionamiento en ciudad del nuevo Honda Jazz Hybrid, fuera de ella admite consideraciones. De buen tacto general de mandos y cómoda rodadura, rebaja 3 mm su carrocería y revisa estabilizadoras y amortiguación para mejorar aerodinámica y adaptarse a sus 75 kg de sobrepeso. Y, la verdad, rueda bien y silencioso a velocidades sostenidas y moderadas, sea en vías rápidas... o de segundo orden, donde sus neumáticos de baja fricción (estrechos y de muy alto perfil) son los que antes marcan el límite de agarre al mostrar muy débil rendimiento.

Menos efectivo en cambio es el Honda Jazz Hybrid buscando máxima aceleración o dinamismo, porque si bien en ciudad resulta difícil agotar baterías por continuos cambios de ritmo, en carretera su limitada capacidad (0,58 kWh por 1,31 en Toyota) y el conservador sistema IMA (para preservarlas interrumpe entrega eléctrica a mitad de carga, según muestran los gráficos) ponen pronto "freno" al empuje. Si hasta entonces las baterías se alimentaban sólo por recuperación cinética en deceleración y frenada, desde ese instante toca también levantar energías con el motor térmico. Se acabó entonces la suma, y comienza la resta, incluso con el aire acondicionado en modo recirculación. Conclusión: el Honda Jazz Hybrid no saca tanto partido en carretera al consumo (se acerca más al gasolina convencional y aleja del mejor rendimiento del Diesel) limitando en la práctica sin carga de baterías también unas prestaciones que con el apoyo eléctrico pueden considerarse más que correctas.

Y eso que, al solicitar gran demanda de gas, el cambio automático CVT siempre apuesta en el Honda Jazz Hybrid al "sobrerégimen", pero es más la molestia que proporciona en sonoridad que su ventaja real en aceleración. Al fin y al cabo, como todo híbrido, este Jazz pide moderación y conciencia ecológica para aprovechar bien sus posibilidades. De ese modo, gracias también a un buen equipamiento (todos de serie con 8 airbags, climatizador, control de estabilidad, reposacabezas activos o radio CD MP3) y a un precio de gran utilitario Diesel equivalente, el Jazz Hybrid puede convertirse en algo más que una muy útil alternativa urbana.

Nos bajamos, y nuestro acompañante reconoce al fin que le ha gustado. Sí, es cierto que iremos algo más lentos, pero sin aburrirnos: jugando cada día a mejorar nuestra eficiencia. Eso sí, para comprobarla habrá que esperar todavía al mes de octubre por el retraso de entregas debido al terremoto de Japón. Ojalá todas las consecuencias hubieran sido esas.