Probablemente, el detonante de la moda que arrasa en no pocos segmentos, la 'low cost', fue el Dacia Logan, un modelo lanzado con Renault ya como propietaria de Dacia. Desde su aparición han pasado ocho años. Era, como es hoy, un sedán algo mayor que un utilitario, que nacía con la pretensión de ser un coche simple y, por extensión, barato dado que sus características lo hacían contener los costes de producción. Por ejemplo, utilizaba como base una plataforma del Clio de la segunda generación, cuando la tercera ya llevaba unos años en los concesionarios.
En principio, el Dacia Logan parecía ir destinado a mercados emergentes o en crecimiento, con una cultura automovilística menos desarrollada o una menor sofisticación en la demanda que, por ejemplo, la de Europa Occidental. Sin embargo, Renault dio el paso de comercializarlo en estos, con el precio y la funcionalidad como principales valores.
Historia compartida
Mucha de esta historia es la del Citroën C-Elysée, un modelo que se fabrica en la planta de PSA de Vigo y que, al menos en los planes originales de Citroën, no estaba contemplado que fuera a comercializarse en Europa. Sin embargo, finalmente, la marca decidió dar este paso: la razón fue contar con un coche asequible y de cierta orientación familiar tras la jubilación del Xsara Picasso. Como el Logan, el C-Elysée está desarrollado a partir de una plataforma modificada de un coche más pequeño y de producción muy anterior —el C3—, con el que comparte también motores.
Otro tanto ocurre con el Seat Toledo, fabricado para Seat por Skoda en Mladá Boleslav, en la República Checa —hay otros Seat fabricados fuera de España, como el Alhambra en Portugal o el Mii en Eslovaquia—. De ese centro de producción también sale su gemelo, el Rapid. El desarrollo de ambos se llevó a cabo sobre la plataforma PQ25 recrecida, la de los Seat Ibiza, VW Polo, Audi A1 o Skoda Fabia y al estilo de lo que Seat ya hiciera con el Córdoba. De hecho, en propiedad y pese a que el Toledo es más grande de lo que nunca lo fue el Córdoba —20 cm mayor que el último—, podría considerársele más sucesor de este que del último Toledo.
En esta cuarta edición, la carrocería es más al estilo de lo que lo fueron la primera y segunda del Toledo: de tipo sedán; si bien, con la diferenciación de contar con una portón para el acceso al maletero.
Maletero, espacio Seat
Esta es una de sus señas de identidad en la comparación con el C-Elysée, siempre con cuatro puertas y, por tanto, una arquetípico sedán de tamaño compacto. Ese acceso permite al Seat Toledo presumir de una mayor facilidad de acceso a la carga, aunque lo que haya que colocar o extraer esté en el fondo de ese maletero. La boca de más de un metro cuadrado del Toledo admite un trasiego de objetos de mayores dimensiones que la del Citroën C-Elysée que, por mucho que ésta sea de correcto tamaño entre los sedanes compactos apenas se aproxima a la mitad de la del Toledo.
Además, los cuellos de cisne sobre los que articula la tapa del Citroën C-Elysée restan espacio útil del maletero al penetrar en él 30 cm. Carecen de guarnecidos, como tampoco los tiene la tapa del maletero. Son detalles que le restan percepción de calidad, pero no tanto como la chapa viva —algunos bordes pueden ser cortantes— que aparece en el marco que separa habitáculo y maletero si es necesario abatir los asientos posteriores. En esta situación, la diferencia de altura entre el suelo del maletero y el envés de los asientos no es muy grande: 11 cm, en tanto que el hueco es un metro de ancho por 53 cm de alto. En el Toledo, si se mantiene la bandeja, es de casi 112 cm por 58 cm, 84 con el techo como referencia.
La distancia a la que está el borde de carga del maletero es similar en ambos —a unos 22 cm— y el Toledo, además de obtener una gran ventaja en volumen útil, hasta el punto de que son muy pocos los coches de tamaño parecido más capaces —Volkswagen Jetta (600) y Skoda Octavia (635)-. Ambos alojan ruedas de repuesto grandes bajo el piso, pero con la consideración de emergencia: en el C-Elysée en llanta de 15” por 14" en el Toledo, con sección y perfil diferente a las otras. Sólo se puede rodar con ellas hasta 80 km/h.
En la media
El habitáculo es de amplitud entorno a la media en ambos. La ventaja en centímetros que logra el Toledo en cotas como anchura o espacio longitudinal —esto por la escavación de la parte trasera de los asientos— es imperceptible. Sí se puede notar más que, al acceder atrás, su puerta es más ancha, en tanto que la del C-Elysée es algo más alta, o que ambos tienen a similar distancia el pilar de la base de la banqueta y, ésta, como el propio respaldo, no es de muy distinto tamaño: en cualquier caso, grandes.
Se siente que, si es necesario ocupar la plaza central, el Citroën puede ser más incómodo que el Toledo, por ejemplo, si quien se sitúa en ella es alto: la razón es que el mullido cede algo menos, abulta más —resta 3,5 cm de altura útil— y, además, la coronilla viene a caer donde está el plafón de luces posterior —hay otro delante—. En el Seat, el plafón no molesta porque está más adelantado. A cambio, aquí el túnel y la consola sobrepuesta en él es más voluminosa.
De vuelta al C-Elysée, el ocupante de esa posición central se encontrará, además, con que no tiene reposacabezas. Los laterales están integrados en el respaldo, por lo que no se regulan como los tres del Toledo, si bien su central —un extra de 51 euros— no tiene gran recorrido. Este factor, por si solo, ya hace poco recomendable dar uso a esta plaza, salvo para un niño con su silla específica. Eso sí, los ocupantes de las laterales encontrarán mucho hueco para sus pies bajo los asientos delanteros, incluso cuando el del conductor está bajado al máximo, lo mismo que en el Toledo. De los dos, es el regulable en altura en el Citroën, igual que en el Seat.
Control o confort
Suspensiones de ajuste más firme, acompañadas de neumáticos de perfil más bajo —lleva los opcionales, para el Reference, de 16"—, ayudan a que el Seat Toledo tenga una actitud mucho más rápida y precisa. Es más riguroso en las trazadas, sin importar el estado del asfalto; pero también tiene menos capacidad para filtrar baches, ralentizadores o cualquier imperfección de la carretera que el C-Elysée, tan confortable por suspensión como puede esperarse que lo sea un coche de la marca. El Citroën es menos estable, afectan más a su trayectoria las juntas de dilatación o las frenadas bruscas y tarda más en recuperar la compostura tras un apoyo fuerte porque los movimientos de la carrocería son mucho más amplios. A su lado, el Toledo parece un deportivo: por reacción rápida al volante, tacto de la dirección, efectividad de la frenada (los discos traseros, 51 euros en opción), estabilidad o contención de cabeceos o balanceos.
Ambos gastan, aparentemente, de forma semejante —sus ordenadores se fijan, a semejantes recorridos y ritmos, en unos 5,6 l/100 km—, sin embargo, el 1.6 TDI es un poco más frugal en nuestros recorridos normalizados y hace que el Toledo corra considerablemente más. Es, también, más progresivo y elástico, con una respuesta en la que la acción del turbo parece acusarse menos abrupta, quizá porque el empuje a bajo régimen es ya considerable. Los dos vibran poco, pero el TDI se oye menos. En parte, a baja velocidad, por el mayor cuidado puesto por Seat en cuestión de aislantes. Por ejemplo, el C-Elysée no tiene material insonorizante en el capó, algo inhabitual en un Diesel, y la lámina de ese material directamente situada sobre la culata, en vez de una tapa, es de grosor ínfimo. Pese a ello, al ralentí el 1.6 HDI suena poco. A medida que aumenta la velocidad, influyen factores como los desarrollos del cambio, más largos en el Toledo, de modo que el motor va a la misma velocidad en ambos a un régimen menor en el Seat, si bien esa quinta es totalmente operativa a más de 70 km/h. También una aerodinámica más efectiva —el Cx del Toledo es 0,30, con menos superficie frontal que el C-Elysée, quien tiene 0,32— o el mejor sellado de puertas. No en vano, el Toledo pesa casi un 10 por ciento más que el Citroën, quien está a casi 180 kilos de la media de la clase. Esto, a la postre, ayuda a que el C-Elysée, pese a disponer de menos fuerza en su 1.6 HDI, tenga unas prestaciones que no queden excesivamente alejadas del más rápido Toledo 1.6 TDI.