Cuando se unen la elegancia y la deportividad el resultado da coches como los dos que ves en esta comparativa. Son tan señoriales como deportivos y encajan bien entre distintas generaciones de conductores. Suponen la alternativa de diseño a las berlinas de gama alta, situándose a medio camino entre el A6 y el A8 en el caso del Audi, y entre la Serie 5 y la serie 7 si hablamos del BMW. Con generoso tamaño, aportan una estética de coupé -"inventada" por Mercedes y su CLS- aun a costa de sacrificar altura en la parte trasera del habitáculo, detalle que además acompañan con una ergonomía pensada para que cuatro pasajeros viajen confortablemente, dejando al quinto en opción o relegado a un asiento casi ocasional. Os hablo del A7 y el Serie 6 Gran Coupé, que se enfrentan en esta comparativa con dos de los mejores motores Diesel que hay en el mercado y una configuración interior de cinco plazas. En ambos casos se recurre a una mecánica Diesel de 313 CV de concepto similar, con seis cilindros y dos turbos en cascada, si bien el Audi opta por arquitectura en V y BMW en línea.
Con los 250-265 CV que ofrecen rivales Diesel como el Porsche Panamera o el Mercedes CLS estos dos coches serían como ellos, magníficos. Sin embargo, sus marcas han apostado por ofrecer algo más de potencia a base de la doble sobrealimentación. Puede que pienses que no hace falta tanto, y más con los límites legales actuales. De hecho, la gran mayoría de conductores, con el 40 por ciento tenemos más que de sobra... hasta que los pruebas; entonces te aseguro que no querrás menos. Son motores que, tanto si los llevas al límite como si los utilizas para pasear, te hacen sentir el par en todo su régimen de vueltas utilizable. Desde pocas revoluciones empujan con tanta suavidad o contundencia como les exijas, hasta el punto de alcanzar unas prestaciones dignas de cualquier deportivo de nivel, pero con un consumo que, dada la potencia, el peso y prestaciones, se puede tachar de ridículo. Todo esto, unido a la buena autonomía que consiguen, da que pensar que, aun para un apasionado de los motores de gasolina, esta pueda ser una opción a plantearse; son refinados, no "claquetean" como un Diesel, corren como el mejor de los gasolina y encima no obligan a parar a mitad de camino a mancharse las manos en cualquier gasolinera. ¡Aquí se para cuando los ocupantes mandan!
El Audi dispone de motor en V a 90º -en lugar de los teóricamente mejores 60º- y el BMW es en línea. Ambos cuentan con alimentación por raíl común con inyectores piezoeléctricos de última generación. Tienen dos turbos en cascada; es decir, un turbo pequeño que empieza a trabajar con muy poco caudal y que, momentos antes de empezar a "desfallecer" se solapa con el siguiente, mucho más grande, que se encarga de acompañar al motor hasta el final. Los dos motores esconden en su sonido el combustible que emplean, el BMW con discreción, el Audi hasta con chulería; si conectas el modo Dynamic, abre una válvula que deja salir un precioso sonido de escape muy estimulante -pero con elegancia-, hasta tal punto que más de uno optará por el modo personalizado para llevar el motor con el "setup" tranquilo y el escape "libre"; yo lo haría. Los dos te enamorarán por su tacto y rendimiento, si bien el motor del BMW, además, gasta un litro menos de media.
A la hora de conducirlos encontramos muchas más diferencias que las vistas en el apartado mecánico. Los dos tienen un aplomo envidiable, pero son la noche y el día. Nuestro A7 lleva la tracción total quattro, que es de serie, más las opciones del diferencial trasero deportivo, la suspensión neumática, las llantas de 20 pulgadas y la dirección activa. Por su parte el BMW añade los extras de la suspensión dinámica, la dirección y estabilizadoras activas y las cuatro ruedas directrices... poco más de 7.000 € cada uno sólo para hacerlos dinámicamente mejores. En estas caras, pero interesantes, condiciones en los dos se puede variar la dureza de la amortiguación, con modos más confortables o más deportivos -el A7 permite además variar la altura a baja velocidad-. El BMW es algo más cómodo y filtra mejor las irregularidades. El A7 tiene un paso por curva más rápido, pero su tren delantero gusta menos que el del Gran Coupé que, siendo más preciso, transmite la sensación y el aplomo de un coche de mayor calidad, y eso que el Audi ya ofrece un nivel muy elevado. Con los dos puedes mantener ritmos de crucero elevados en vías rápidas y no se asustan ante zonas de curvas. En ciudad por su amplio radio de giro y limitada visibilidad son algo más torpes a la hora de maniobrar, pero si llevan los completos equipos de cámaras y los asistentes de aparcamiento de nuestras unidades, dicha torpeza se soluciona.
El lujo y la clase exterior se traducen en interiores a la altura. Una vez más encontramos extras importantes y caros por todas partes, como el acabado S-Line del Audi o el M del BMW, además de todo tipo de gadgets. Delante son muy cómodos, con la habitual dureza de asientos alemana a la que -según gustos- poco hay que reprochar. Asientos eléctricos, masajes, ventilación... todo es posible y opcional. Detrás mejor pensar que son 2 1 plazas. Hay anchura y espacio longitudinal de sobra, pero en los dos casos el del centro tendrá que salvar el pronunciado túnel central abriendo mucho las piernas. El A7 supera al BMW en esa plaza con algo más de espacio y cuenta con mayor altura, no siendo un problema en el Gran Coupé. En resumen, los dos son muy buenos automóviles. La pasión que cada conductor tiene por su marca preferida no tiene que ser impedimento para ir a ver los dos coches al concesionario porque, créeme, ambos te van a gustar. Sí puede ser obstáculo para alguno los casi 20.000 euros que cuesta de más el BMW, pero ante la pregunta de como probador con cuál te quedarías, yo elijo el Gran Coupé y con todos los extras posibles; otra cosa es pagarlo.