Citroën C5 1.6 HDI

Si hacemos caso a sus responsables, el C5 tiene sus ojos puestos en seducir a las empresas y a otros grandes compradores de flotas, antes remisos al Citroën homónimo.

Citroën C5 1.6 HDI
Citroën C5 1.6 HDI

Estamos seguros de que un espectro más amplio de usuarios comprobará cómo verdaderamente flotas en el Citroën. Eso es lo primero que sentirán los que nunca se hayan puesto al volante de uno. Los que ya lo habían hecho y conocían el anterior, se sorprenderán por la enorme sensación de solidez y una presentación rica, en línea con esos tintes “premium" que Citroën ha dado a su último modelo. Después de una visita en febrero al Centro Técnico del grupo PSA, donde se podía comprobar los exhaustivos y rigurosos ensayos finales del C5, estábamos ansiosos de poder comprobar los nuevos atributos en versiones menos “altas" que en el 2.0 HDI que probamos en el número 2543 de Autopista.

El 1.6 puede ser la motorización más pequeña, con 110 caballos, no disponible en la primera presentación dinámica del coche, pero en esta ocasión, con el acabado Premier que hemos tenido a nuestra disposición, la presentación sigue siendo apabullante, especialmente si lo referimos a su antecesor. Por poco más de 22.200 euros se dispone de la versión de acceso –promoción de 500 euros mediante- y por 700 euros más se tiene acceso a esta Premier. La terminación S redondeará el C5 con la estética de las llantas de 17 pulgadas, que se completa con una toma de audio auxiliar en la guantera.

El nuevo C5 es uno de los Citroën más seductores, pero también su embellecimiento y musculación le han hecho engordar cerca de 90 kilos.

De ahí que la mayor pregunta resida en cómo convivirá con el motor de "sólo" 110 CV. Como tardaremos en "tocarlo" en España, nos hemos ido a Portugal, donde es la versión "caliente" de lanzamiento, pues acaparó en la anterior generación de C5 un 70 por ciento de las ventas. De ahí cierta discrepancia en nuestras mediciones habituales, realizados con aparatos similares, pero programados para los estándares de nuestros colegas.

Llave en el contacto, sonrisa al comprobar lo bien que envuelven los asientos y comenzamos los primeros kilómetros. Lo primero que llama la atención es cómo se ha camuflado con mejor acierto el sonido del motor y el hecho de sentir menos vibraciones o trepidaciones. La agilidad no está en la cita, pero tampoco desilusiona. Los 12,6 segundos que registra en la aceleración 0-100 km/h no lo llegan a comprometer, habida cuenta de la ralentización general del tráfico. Usando el cambio se defiende, a pesar del tamaño. Frente al 2.0 HDI pierde bastante capacidad de respuesta –y eso que la viveza de reacciones no era tampoco el puntal del C5 2.0 HDI-, pero en su descargo hay que tener en mente los 2.400 euros que nos hemos ahorrado… En recuperaciones se acerca mucho a su antecesor y, a pesar del peso, también en el consumo ciudadano consigue mantener-se en valores moderados, un litro por debajo de la mecánica de dos litros. Vamos, que el 1.6 HDI sigue dando la cara como uno de los mejores motores de la actualidad y no es por casualidad que esté en tantas carrocerías, por no hablar que es la base que BMW eligió para desarrollar sus mecánicas de gasolina para los Mini. Nota positiva para el motor, el interior merece mención especial. Los trazos de estilo de enorme elegancia se convierten en triunfo inigualable en el segmento cuando se trata del confort.

La suspensión Hidractiva 3 se vende con un sobrecoste en varios modelos de la gama, pero no en el 1.6 HDI, para el que está disponible. Que nadie se inquiete, porque el pisar aterciopelado y la sensación de levitar sobre el asfalto están bien próximas a lo que ofrecen los elementos neumáticos. Es un paradigma del confort y a veces incluso proporciona "feeling" de sus-pensión neumática. Aunque sólo fuese por eso, ya sería un candidato ganador en la pugna de coche de empresa. Es uno de los mejores automóviles para viajar, y ahora que revela más espacioso y cuidadosa-mente decorado y construido, tiene todo para intentar infiltrarse entre los adversarios germanos imperantes. El C5 tiene un dinamismo muy propio, porque consigue trazar curvas rápidas con enorme exactitud, pero con una comunicación con el conductor muy filtrada, volviéndose poco intuitivo y requiriendo hábito para comprenderlo, en caso de no estar familiarizado con los genes Citroën. Y eso que es el único de los C5 que cuenta con dirección asistida con bomba hidráulica «convencional» con caudal decreciente (en el 1.8 de gasolina es de caudal constante y existe una Servotronic para los modelos más potentes), de los tres sistemas diferentes que existen para este modelo. El Citroën C5 raramente pierde la compostura y sólo lo hace tras una enorme provocación.

No es tanto un defecto sino una característica, porque, en el fondo, raramente pierde la compostura y sólo lo hace tras una enorme provocación. Por la ciudad, transmite una sensación de coche pesado y se le puede achacar un tacto algo extraño de freno –muy en la línea Citroën, con pedal de poco recorrido-. Quizá con una caja de cambios automática se consiguiese hacer más homogéneo este panorama de confort, pero esta ayuda sólo está disponible si nos movemos a los motores superiores, 2.0 y 2.7 V6.— Estética
— Confort y presentación interior
— Acabados
— Sólo cinco velocidades
— Tacto de freno