Citroën C3 Picasso 1.6 HDi 110 CV

El C3 Picasso convence más por factores de estilo y diseño que por cualidades dinámicas. También ofrece aspectos prácticos en el uso diario, como una suspensión suave más un maletero amplio y fácilmente modulable.

Citroën C3 Picasso 1.6 HDi 110 CV
Citroën C3 Picasso 1.6 HDi 110 CV

Primero fue el Toyota Yaris Verso, más tarde llegaron Skoda Roomster, Nissan Note y Renault Modus / Grand Modus. Ahora se abre la veda con modelos como Kia Soul y este recién llegado Citroën C3 Picasso, que apuesta más que nada por el estilo, la capacidad de carga y el confort de marcha.

Bien equipado aunque algo caro, con un aspecto original, amplio en general y, sobre todo, con una suspensión muy cómoda. El Citroën C3 Picasso tiene además un motor 1.6 HDi de 110 CV que cumple sin brillar, a la altura de las prestaciones de un Xsara Picasso con el mismo motor.

En cuanto a precio, aunque viene muy equipado de serie —una de sus mejores bazas—, esta versión del Citroën C3 Picasso</strong) resulta más caro que versiones equivalentes del Gran Modus o Note. Otros puntos positivos son el maletero, el confort de suspensión y la sensación de amplitud interior.

La primera consecuencia del diseño del Citroën C3 Picasso es un interior que se percibe amplio. El secreto está en la cota de altura y también en la posibilidad de montar un techo panorámico de cristal que aumenta esa sensación de espacio y visibilidad.

Esto último mejora incluso la percepción de control desde el puesto de conducción, con un gran ángulo de visión a través de los cristales de custodia delanteros. Aspecto, diseño y tacto de los materiales son mejores que el ajuste final, que tampoco resulta criticable salvo que seamos quisquillosos buscando defectos.

El estilo interior también tiene sus contras, como la distancia a algunos mandos de la instrumentación o a la guantera central sobre la consola. Asimismo, el reposapiés izquierdo no es muy grande y el reglaje en altura del volante sitúa a éste demasiado oblicuo en su posición más alta o hace que tape la visión de parte de la consola central si lo ponemos en el lugar más bajo posible.

Los asientos son blandos y cómodos para viajar —si la anatomía no prefiere butacas más firmes—, pero este mullido suave tiene una consecuencia negativa que luego veremos.

Lo que no admite críticas es el maletero: 430 litros como mínimo ya es casi el doble de lo que ofrece un Kia Soul. Además, los asientos traseros se abaten (60:40) con una mano y quedan enrasados con el maletero gracias a una tapa que lleva éste y que esconde un doble fondo, bajo el cual hay un kit antipinchazos. Anchura o altura son aceptables en las plazas posteriores pero no brillantes, sobre todo la última cota.

La suspensión es muy blanda, para bien y para mal. El lado positivo es un gran confort, tanto para largos viajes por autopista como para pasar por zonas con muchos baches. El blando mullido de los asientos —sobre todo del respaldo— contribuye en este sentido a aumentar la sensación de comodidad a bordo pero no sirve para sujetar la espalda en cuanto se abordan varias curvas seguidas.

El motor 1.6 HDi de 110 CV con filtro de partículas también pone su granito de arena en el sentido de que es suave y de respuesta constante y progresiva. Los desarrollos están bien elegidos y el rendimiento es suficiente, con un consumo muy razonable pero con unas cifras para recuperar el ritmo o para adelantar menos positivas. Además es silencioso, aunque el viento ensombrece el resultado final con ciertos silbidos aerodinámicos.

La parte negativa de la amortiguación tan blanda —no sujeta demasiado ni en compresión ni en extensión— se acentúa por el calzado exagerado que llevaba nuestra unidad de pruebas: de serie, los neumáticos son unos ya generosos 195/55 R16, pero nuestra unidad iba con unos 215/45 R17.

La consecuencia es un balanceo marcado si tratamos de llevar al Citroën C3 Picasso a un ritmo acelerado que no digiere bien, pues manifiesta una clara imprecisión de la trayectoria si se suceden los cambios de apoyo y al frenar fuerte clava el morro lo bastante como para aligerar el tren trasero notablemente.

Todo ello resta confianza, sobremanera en buen firme. Sobre baches, el coche aporta mayor sensación de seguridad una vez apoyado, pero siempre y cuando no haya de por medio subidas, bajadas y/o badenes que obliguen a la suspensión a trabajar a destajo.

Sin duda, el Citroën C3 Picasso va mucho mejor que el C3 a secas, pero no llega al nivel alcanzado por Citroën con el C4. Un Gran Modus o un Note, por ejemplo, le superan en comportamiento porque se parecen mucho más a un turismo, mientras que el Citroën C3 Picasso está mucho más próximo a un monovolumen. Si no lo sacas de ahí, perfecto.

— Capacidad del maletero
— Equipamiento muy completo
— Confort de suspensión

— Sujeción de los asientos
— Recuperaciones
— Precio algo elevado