BMW 730d

El 730d es el escalón de acceso a la Serie 7 de BMW y, para aquellos afortunados que no tienen que echar cuentas, puede que resulte insuficiente. Allá ellos, porque el 730d es un modelo simplemente superlativo que casi no tiene defectos.

BMW 730d
BMW 730d

Una cura de adelgazamiento, unas suspensiones más elaboradas, una carga tecnológica de primer nivel sitúan al BMW Serie 7 a una altura en la que ya resulta casi imposible justificar una crítica o exigir una mejora relacionada con el confort, la sonoridad, el comportamiento o casi cualquier aspecto del coche. El BMW 730d cuesta 78.400 euros y es el Serie 7 de acceso a la gama. Dicho así, parece que es la berlina de lujo «pobre», pero una vez sentados en el interior y tras rodar con él, sería más justo decir que es la versión más equilibrada. ¿Que no ofrece el poderío de un 740i o un 750i? Pues vale, no vamos a discutir.

Lo más impresionante de este BMW no es que sea casi perfecto, sino que además resulta mejorable aunque parezca increíble. Porque basta echar una ojeada a la infinita lista de opciones para saber que ni el más sibarita quedará insatisfecho.

El puesto de conducción del BMW 730d es prácticamente perfecto, con una menor sensación de agobio que antes. No será desde luego por falta de inventos a nuestro alrededor para hacer la vida más cómoda y segura, pero al menos la ergonomía de manejo —por ejemplo para ajustar los asientos— ha mejorado muchísimo . Y ya que citamos los asientos, resaltar que nos parecen excelentes —sólo nos parecen mejores los activos de Mercedes—, además de que se pueden ajustar la inclinación del respaldo en dos partes, así como la anchura, recuperando la posición al volver a sentarte. La palanca de cambios, además, ya no está en el volante y el manejo del iDrive —que sigue sin gustarnos— se ha simplificado.

Entre la infinita lista de «pijadas» (con perdón) que lleva o puede llevar el BMW 730d, nos encontramos las cámaras de visión lateral Side View (497 €), útiles en los cruces con salida perpendicular, pero no tanto en oblicuo. Asimismo, no hay que dar portazos porque las puertas se cierran solas (759 €) y si no sabemos cómo funciona algo, basta echar una ojeada al libro de instrucciones que está grabado en el disco duro e incluye vídeos para explicar cómo funciona el DTC o el Side View. Otra ventaja es que, por dentro, el BMW 730d es de los más amplios de la clase y el confort de suspensión, soberbio. En ciertas circunstancias, la sonoridad resulta levemente más alta, pero hay que ser muy tiquismiquis para apreciar la diferencia. Aunque casi 80.000 euros no están al alcance de cualquiera, el BMW 730d demuestra que no hace falta tirar la casa por la ventana para tener una berlina de lujo casi perfecta. Lo malo es que en ese casi entra una lista de opciones muy extensa y con unos precios demasiado altos. A pocos caprichos que nos demos, la factura se incrementa de manera alarmante y podemos llegar a duplicar la cifra de partida en un santiamén. Al menos, sus rivales tienen el mismo problema.

No hay demasiadas diferencias de suspensión al ir pasando escalonadamente por cada una de las cuatro posiciones que permite el control dinámico de la amortiguación (DCC): Comfort, Normal, Sport y Sport . Esta última, por cierto, anula el control de crucero. Para apreciar verdaderas diferencias y notar más suavidad o rigidez hay que comparar la primera (Comfort) con la última (Sport ). En cuanto a la gestión del cambio, resulta apreciable que son más lentas las dos primeras que las dos últimas. El cambio Steptronic de seis marchas es suave, silencioso en Comfort y Normal, algo ruidoso comparativamente en Sport porque aguanta las marchas de manera considerable. En modo manual secuencial —no hay levas— es rápido y suave.

La precisión de la dirección es impresionante, así como la rapidez. Y eso que nuestra unidad no llevaba la opción de cuatro ruedas directrices —una de las novedades tecnológicas de la Serie 7 de BMW— pero con sólo dos ya va el coche de cine, palabra.