Dejando a un lado el M5, hacía tiempo que no subíamos a un BMW Serie 5 tan sugerente. Y es que el último restyling viene acompañado de más sofisticación que nunca, aunque a primera vista no resulte demasiado evidente. Únicamente los paragolpes, pilotos traseros y grupos ópticos principales parecen haber cambiado, pero detrás de ello hay mucho más. Por ejemplo, la tecnología LED de los faros es activa y aporta una visibilidad ejemplar, tanto por la blanquísima luz que produce como por el alcance y variabilidad del haz, que crea zonas de sombra para no deslumbrar a otros conductores si llevas el asistente de luces largas activado. De igual modo, en caso de incorporar sistema de visión nocturna, los faros pueden iluminar, a modo de aviso, peatones y animales que se encuentren en nuestra trayectoria o que se dirijan hacia ella, lo que es decididamente más eficaz que resaltarlos en amarillo en la pantalla.
Y no queda ahí la cosa. Sólo el nutrido equipamiento extra de la unidad probada merecería varias páginas de la revista, de hecho nos llevó más de 10 minutos salir por primera vez del garaje, después de toquetear los menús en busca de funciones nuevas, configurarlo todo a nuestro gusto, ajustar el asiento y el volante eléctricos, la altura del Head-Up Display, y deleitarnos con un cuadro de mandos digital que parece auténtico. El navegador, por su parte, permite entrada de destino por voz, así como por medio de la superficie táctil del mando circular del i-Drive, con posibilidad de ruta "eco" y una función que te dice, mucho antes de llegar a un límite de velocidad, cuándo dejar de acelerar para aprovechar al máximo la inercia con el nuevo modo "planeo" de la caja automática, que se activa con el logrado programa de conducción eficiente Eco Pro.
El arranque del motor es suave y apenas se percibe cuando gira al ralentí, ni por rumorosidad ni por vibraciones. Ni siquiera el discreto ruido del climatizador resulta molesto en medio del silencio que se respira en el habitáculo. El refinamiento es notable, pero el movimiento de la carrocería delata que estamos ante un coche grande y lujoso, con ligerísimas oscilaciones incluso a ritmo de peatón que anticipan un alto confort de amortiguación. Sin haber recorrido ni 30 metros prefiero pasar al modo Sport para endurecer la suspensión. Ahora sí que es un BMW y, aunque es posible que gaste algo más de combustible porque el cambio automático lleve el motor un poco más alto de vueltas y las leyes del acelerador se especialicen en buscar mejor respuesta, me doy el gustazo de callejear sin tener sensación de "barco", pero sin renunciar a ni un ápice de confort y escuchando el deportivo aunque bien insonorizado ronroneo del seis cilindros turbo de 306 CV. Entretanto, el cuadro de mandos se ha transformado radicalmente, hasta el punto de resultar poco intuitivo al principio, aunque sí muy llamativo. Y una vez metido en el tráfico te olvidas del tamaño del coche, porque la rapidez de respuesta del conjunto motor/cambio aporta mucha agilidad desde poquísimas vueltas, a lo que hay que sumar unos cambios de carril con apoyos muy inmediatos y sin apenas balanceo de la carrocería. No es tan rápido como un Serie 3 con este mismo motor, pero sigue siendo brillante en materia de prestaciones, en parte por el cambio automático de 8 marchas de serie.
En cuanto a comportamiento, la ausencia de dirección activa a las ruedas traseras, que no se puede combinar con la tracción total, hace que tengamos que girar más el volante al maniobrar y al doblar esquinas, pues la dirección normal no resulta demasiado rápida, aunque sí muy precisa. Sin embargo, no hemos echado de menos la estabilidad extra que proporciona dicho sistema de dirección integral a alta velocidad, ya que la tracción total, apoyada por la suspensión pilotada —pueden ser sólo los amortiguadores o incluir también las barras estabilizadoras, según la opción equipada— y las optimizaciones en dirección y suspensión aplicadas con el restyling, hacen que el aplomo del 535iA xDrive resulte soberbio en cualquier circunstancia.
No se le resiste ningún trazado y sus equilibradas reacciones permiten disfrutar de todo tipo de carreteras manteniendo ritmos escandalosos, pues es un modelo realmente eficaz, con un margen de agarre mucho más alto de lo habitual, y que además informa relativamente bien de lo que ocurre bajo las ruedas. En caso de buscar sus límites se muestra muy neutro y progresivo, con una entrada incisiva en curva —más en modo Sport— complementada por una trasera que ayuda a redondear los giros en caso necesario, pero sin sobresaltos. La tracción total aporta facilidad y reparte acertadamente el par entre ambos ejes para digerir toda la caballería sin perder la mencionada neutralidad de reacciones. También la electrónica mantiene todo bajo control, incluso en fuertes frenadas en apoyo, pero sin dejarse sentir demasiado. Él lo hace todo, pero dejándote creer que el piloto eres tú.
En definitiva, la base de partida es muy buena, con una mecánica y un bastidor excelentes, junto con un sistema de tracción total en el que todo son virtudes, pero sólo a base de opciones puedes configurar un coche atómico, adaptado al uso que le vayas a dar y dotado de los más vanguardistas y apetecibles dispositivos de la casa germana. El único problema es que la lista de posibles extras ocupa ¡50 páginas!, por lo que configurar el coche perfecto puede elevar considerablemente el precio final.