El mundo cambia a una velocidad de vértigo. BMW acaparó toda su fama a base de destacar con modelos de conducta muy deportiva, y con su esfinge, el M3, como motor de imagen. Hoy en día, este tipo de modelos sigue teniendo su importancia en las ventas, pero otros muy diferentes han venido a ocupar espacios cada vez más preeminentes. Este 220d Cabrio entra en esta categoría, en unos momentos, como los actuales, donde aprovechar al máximo las potencialidades dinámicas de cualquier BMW nos puede llevar a lugares indeseados, con privación de libertad incluida.
Derivado de la versión Coupé de la Serie 2, este Cabrio destaca por una estética atractiva y, con la tendencia a la desaparición de los conceptos «cabrio con techo metálico», por una capota textil con accionamiento eléctrico. Para transformar en descapotable el modelo cerrado, y viceversa, el sistema tarda 20 segundos —un tiempo sólo discreto, lejos de los récords— en introducir la capota en el maletero, siempre que hayamos tenido la precaución de colocar una pieza en una posición específica dentro del maletero, para separar objetos y capota plegada. El accionamiento de la capota puede realizarse hasta los 50 km/h, posibilidad interesante cuando un sorpresivo chaparrón pueda hacerla necesaria. El habitáculo no nos lleva a la sorpresa, con el habitual diseño BMW que, con pocas evoluciones, se va convirtiendo ya en todo un clásico. Su aceptación comercial, sin embargo, muestra lo acertado de su inmovilismo. En su centro aparece una pantalla de 6,5 pulgadas que, mediante un sobreprecio de 2.385 euros puede convertirse en otra de 8,8 pulgadas, que trae consigo un avanzado sistema de navegación, un disco duro y un DVD.
La ergonomía del puesto de conducción tampoco sorprende en la marca, destacando por su adecuación a cualquier gusto que tengamos. Lo que nos sigue sin gustar es el sistema de selección de altura de la banqueta, que obliga a levitar sobre el asiento para permitir su elevación. Tampoco se lleva con las últimas tendencias de otras marcas, el tacto del mando del cambio que, sobre todo para insertar la marcha atrás, exige un esfuerzo significativo. El confort es notable, tanto por el diseño de los asientos como por el grado de flexibilidad de la suspensión, nada radical.
Esta versión pesa alrededor de unos 150 kilogramos más que su hermano Coupé, no sólo por el sistema de plegado de la capota sino también por los refuerzos instalados en el chasis. Éstos se muestran muy efectivos con el techo desplegado, cuando se puede circular con similares vibraciones y nivel sonoro que el modelo de techo metálico, pero siguen apareciendo vibraciones en el parabrisas cuando, sin ella, circulamos por asfalto que no está totalmente liso.
Veloz
La parte mecánica nos lleva a comprobar, de nuevo, que casi todo BMW es un vehículo dinámico en sí mismo. Aunque no se haya alcanzado en nuestro banco la potencia homologada, con casi 183 CV este 220d Cabrio «corre que se las pela». Su bastidor permite negociar las curvas sin exceso de ralentización en la marcha. Como, además, el motor posee una excelente elasticidad, recuperando sin problemas desde unas 1.300 rpm en cualquier relación, la conducción es muy placentera, ya sea de paseo o apurando marchas. Es, en sí mismo, un modelo que se puede desdoblar en dos, pues se puede disfrutar de él como coupé sin radicalismo o como perfecto descapotable.