Audi R8 5.2 FSi Spyder vs Porsche 911 Turbo Cabrio

Parar en un semáforo con un 911 Turbo o el Audi R8 V10 en color blanco no es ser muy discreto. Completamente descapotados y ronroneando como leones enfadados… ‘No señora, no somos ni Beckham, ni Cristiano Ronaldo… ¡Estamos trabajando!’

Audi R8 5.2 FSi Spyder vs Porsche 911 Turbo Cabrio
Audi R8 5.2 FSi Spyder vs Porsche 911 Turbo Cabrio

Hay una vida paralela llena de glamour, distinción y, en lo a que a nosotros nos concierne, de caballos, de muchos caballos. Os aseguramos que existe; nosotros la hemos vivido durante el tiempo que duró esta prueba. Comparar estos coches es tan bonito como difícil, puesto que cada uno tiene su potencial comprador, y por mucho que yo insista, dudo mucho que vaya a fijarse en el otro más que por puro interés automovilístico. Son dos descapotables de infarto que están entre los más rápidos del mundo: a un lado, el Audi R8 con el descomunal V10 de 525 CV, y al otro el Porsche 911 con su ‘pequeño’ seis cilindros de tan sólo 500 CV.

El primero es espectacular en su formas o su sonido -¡es un ‘Lambo’ con traje de cuatro aros!-, mientras que el segundo es, simplemente, mítico; piensas en Porsche y lo primero que te viene a la mente es un 911, cerrado, pero siempre un 911. A estas alturas, y sin saber cómo van, tú  probablemente ya hayas elegido el tuyo, incluso yo lo hice antes de subirme y probarlos. Son dos coches que enamoran. Tienen una personalidad tan marcada, sobre todo en sus versiones descapotables, y están a un nivel tan alto que, al margen de cuál sea más rápido o más efectivo, los datos objetivos de prestaciones, precio, consumo, habitabilidad... pasan a un segundo o tercer plano: podría decir aquello de ‘el peor para mí’ y sería tan feliz con la elección.

El Audi es mucho más llamativo y espectacular. Quizá sea porque está menos visto que el 911, y eso también influye. El caso es que en la calle, mientras que con el 911 Turbo Cabrio sólo miran el coche, lo admiran o envidian, con el R8 Spyder V10 te hacen fotos y vídeos con el móvil, te piden que aceleres para escuchar su motor y la mayoría de conductores te ceden el paso sólo para verlo, eso sí, primero miran el coche y luego buscan al famoso dentro; lo de preguntarme si soy futbolista es una anécdota real. No es nada discreto ¡cómo suena! y mucho menos en este color blanco. El 911, aún en su versión descapotable, es más conocido y eso que la combinación de Turbo, cabrio y blanco no es muy común en nuestras calles. 

Son cabrios, y hay que disfrutarlos. Paseando si me tengo que quedar con uno, elijo el Audi. Suena de maravilla y llevar a tu espalda un V10 rugiendo te hace sentir hasta mejor persona -el que no comparta o no entienda esta frase, que busque otra afición-. El Porsche es muy agradable, e incluso permite maniobrar mejor y su caja de cambios es menos brusca, pero no transmite ni la mitad de lo que será capaz de hacer en cuanto subamos el ritmo. En cambio, el Audi constantemente te recuerda que tiene 525 CV, incluso al ralentí.

Salimos de ciudad y la cosa va cambiando poco a poco. En vías rápidas los dos muestran que han nacido para volar -no aquí sino allá donde se pueda correr-. En zonas de curvas los dos son demoledores. En principio el Audi se siente más fácil de llevar rápido. La dirección parece más obediente y no da la sensación de flotabilidad del Porsche. El tren trasero es más dócil en el 911, que no hace trabajar su control de tracción como el R8 cuando nos excedemos con el gas.Conduciendo alegre pero sin complicaciones, el Audi parece la mejor opción; eso sí, el cambio R-tronic, aunque efectivo, no tiene la suavidad y precisión del PDK de su rival.

A la hora de llevar estos coches rápido de verdad, sin ayudas y en circuito, tenemos dos comportamientos radicalmente distintos que se alejan de las sensaciones antes mencionadas. El Audi frena en el último metro, metes dirección, entra de maravilla y la trasera aguanta mucho... hasta que empiezas a acelerar, momento en el que tiende a ponerse de costado -esto el V8 no lo hacía tanto, cosas del peso-; no parece que sea un quattro hasta que no empezamos a quitar dirección en el final del sobreviraje, momento en el que el tren delantero empieza a colaborar. Es un coche fácil de llevar rápido pero muy exigente para llevarlo al límite, ya que en curva rápida no avisa cuando ha llegado al fin de adherencia de los neumáticos -que es muy alto-, como buen motor central que es.

El Porsche tiene un tren delantero menos incisivo que el Audi, pero es mucho más efectivo que él. Frena también muy tarde. Le cuesta un poco más entrar de morro, pero en cuanto nos aproximamos al vértice ya te pide que le des gas casi a fondo. También sobrevira, pero tracciona de delante como si quisiese arrancar el asfalto y sale de la curva mucho antes que su rival con un deslizamiento más neutro. A tiempo por vuelta es más rápido y su control de estabilidad admite mayor deportividad que el del Audi. Todo esto en una carretera se traduciría en dos coches tremendamente rápidos pero exigentes. Personalmente prefiero el tacto del Porsche, aunque la diferencia, si no se meten en circuito donde el 911 es el rey y ni rechistará, será insignificante en una carretera abierta, y mucho más a velocidades legales.

Audi R8 V10 Spyder
- Sonido motor
- Frenos
- Imagen espectacular
Porsche 911 Turbo Cabrio
- Plazas traseras/maletero
- Más rápido que R8
- Utilizable todos los días
Audi R8 V10 Spyder
- Consumo
- Maniobrabilidad urbana
- Cambio brusco
Porsche 911 Turbo Cabrio
- Precio y equipamiento
- Faldón delantero expuesto
- Levas de cambio opcionales

Dos coches míticos

Hay una vida paralela llena de glamour, distinción y, en lo a que a nosotros nos concierne, de caballos, de muchos caballos. Os aseguramos que existe; nosotros la hemos vivido durante el tiempo que duró esta prueba. Comparar estos coches es tan bonito como difícil, puesto que cada uno tiene su potencial comprador, y por mucho que yo insista, dudo mucho que vaya a fijarse en el otro más que por puro interés automovilístico. Son dos descapotables de infarto que están entre los más rápidos del mundo: a un lado, el Audi R8 con el descomunal V10 de 525 CV, y al otro el Porsche 911 con su ‘pequeño’ seis cilindros de tan sólo 500 CV.

El primero es espectacular en su formas o su sonido -¡es un ‘Lambo’ con traje de cuatro aros!-, mientras que el segundo es, simplemente, mítico; piensas en Porsche y lo primero que te viene a la mente es un 911, cerrado, pero siempre un 911. A estas alturas, y sin saber cómo van, tú  probablemente ya hayas elegido el tuyo, incluso yo lo hice antes de subirme y probarlos. Son dos coches que enamoran. Tienen una personalidad tan marcada, sobre todo en sus versiones descapotables, y están a un nivel tan alto que, al margen de cuál sea más rápido o más efectivo, los datos objetivos de prestaciones, precio, consumo, habitabilidad... pasan a un segundo o tercer plano: podría decir aquello de ‘el peor para mí’ y sería tan feliz con la elección.

El Audi es mucho más llamativo y espectacular. Quizá sea porque está menos visto que el 911, y eso también influye. El caso es que en la calle, mientras que con el 911 Turbo Cabrio sólo miran el coche, lo admiran o envidian, con el R8 Spyder V10 te hacen fotos y vídeos con el móvil, te piden que aceleres para escuchar su motor y la mayoría de conductores te ceden el paso sólo para verlo, eso sí, primero miran el coche y luego buscan al famoso dentro; lo de preguntarme si soy futbolista es una anécdota real. No es nada discreto ¡cómo suena! y mucho menos en este color blanco. El 911, aún en su versión descapotable, es más conocido y eso que la combinación de Turbo, cabrio y blanco no es muy común en nuestras calles. 

Son cabrios, y hay que disfrutarlos. Paseando si me tengo que quedar con uno, elijo el Audi. Suena de maravilla y llevar a tu espalda un V10 rugiendo te hace sentir hasta mejor persona -el que no comparta o no entienda esta frase, que busque otra afición-. El Porsche es muy agradable, e incluso permite maniobrar mejor y su caja de cambios es menos brusca, pero no transmite ni la mitad de lo que será capaz de hacer en cuanto subamos el ritmo. En cambio, el Audi constantemente te recuerda que tiene 525 CV, incluso al ralentí.

Salimos de ciudad y la cosa va cambiando poco a poco. En vías rápidas los dos muestran que han nacido para volar -no aquí sino allá donde se pueda correr-. En zonas de curvas los dos son demoledores. En principio el Audi se siente más fácil de llevar rápido. La dirección parece más obediente y no da la sensación de flotabilidad del Porsche. El tren trasero es más dócil en el 911, que no hace trabajar su control de tracción como el R8 cuando nos excedemos con el gas.Conduciendo alegre pero sin complicaciones, el Audi parece la mejor opción; eso sí, el cambio R-tronic, aunque efectivo, no tiene la suavidad y precisión del PDK de su rival.

A la hora de llevar estos coches rápido de verdad, sin ayudas y en circuito, tenemos dos comportamientos radicalmente distintos que se alejan de las sensaciones antes mencionadas. El Audi frena en el último metro, metes dirección, entra de maravilla y la trasera aguanta mucho... hasta que empiezas a acelerar, momento en el que tiende a ponerse de costado -esto el V8 no lo hacía tanto, cosas del peso-; no parece que sea un quattro hasta que no empezamos a quitar dirección en el final del sobreviraje, momento en el que el tren delantero empieza a colaborar. Es un coche fácil de llevar rápido pero muy exigente para llevarlo al límite, ya que en curva rápida no avisa cuando ha llegado al fin de adherencia de los neumáticos -que es muy alto-, como buen motor central que es.

El Porsche tiene un tren delantero menos incisivo que el Audi, pero es mucho más efectivo que él. Frena también muy tarde. Le cuesta un poco más entrar de morro, pero en cuanto nos aproximamos al vértice ya te pide que le des gas casi a fondo. También sobrevira, pero tracciona de delante como si quisiese arrancar el asfalto y sale de la curva mucho antes que su rival con un deslizamiento más neutro. A tiempo por vuelta es más rápido y su control de estabilidad admite mayor deportividad que el del Audi. Todo esto en una carretera se traduciría en dos coches tremendamente rápidos pero exigentes. Personalmente prefiero el tacto del Porsche, aunque la diferencia, si no se meten en circuito donde el 911 es el rey y ni rechistará, será insignificante en una carretera abierta, y mucho más a velocidades legales.

Audi R8 V10 Spyder
- Sonido motor
- Frenos
- Imagen espectacular
Porsche 911 Turbo Cabrio
- Plazas traseras/maletero
- Más rápido que R8
- Utilizable todos los días
Audi R8 V10 Spyder
- Consumo
- Maniobrabilidad urbana
- Cambio brusco
Porsche 911 Turbo Cabrio
- Precio y equipamiento
- Faldón delantero expuesto
- Levas de cambio opcionales

Dos coches míticos