Conducimos el nuevo Iveco Magirus TLF300

¿Quién no ha soñado de pequeño con conducir un camión de bomberos? Iveco, en la presentación de su nuevo Magirus TLF300, nos ha dado la oportunidad. Sólo han sido unas vueltas alrededor de una cantera, pero os aseguro que, desde ahí arriba, la conducción se ve de otra manera.

Conducimos el nuevo Iveco Magirus TLF300
Conducimos el nuevo Iveco Magirus TLF300

Afortunadamente, no hemos tenido que desplazarnos para socorrer a nadie, ni tampoco con la necesidad de apagar un incendio. De eso se han librado. Esta vez nos hemos presentado en Paracuellos del Jarama (Madrid) para asistir al lanzamiento en España de la última evolución de uno de los camiones 'salvavidas' más sofisticados del mundo, el Iveco Magirus TLF300. Las vueltas, por supuesto, en circuito cerrado.

Con más de 6 metros de longitud, hasta 3,3 metros de alto, un peso que ronda las 13 toneladas y un precio valorado en más de 200.000 € (sus responsables nos aseguran que es una inversión para más de 20 años), queda patente a la vista que no es un vehículo más de los que estamos acostumbrados a conducir. A nuestra espalda viaja una cisterna de agua con capacidad para hasta 3.000 litros, lo que ya de por sí sola condiciona toda la conducción.

El nuevo Magirus TLF3000 cuenta con una cabina simple de hasta 3 plazas (los hay con cabina doble y hasta 9 plazas) y es la respuesta de Iveco como transporte, no sólo apaga-fuegos, sino de uso forestal, de protección civil o de cualquier otra operación todo terreno; un auténtico 'tanque' capaz de superar todo obstáculo.

Mecánicamente, este camión de bomberos se impulsa por un motor de 6 cilindros y 299 CV, asociado a un moderno cambio automático de convertidor de par firmado por el fabricante Allison. El Iveco Magirus TLF3000 tiene tracción integral permanente a las 4 ruedas (con una distribución de la fuerza de 1/3 en el eje delantero y 2/3 en el trasero), y dispone no sólo de bloqueo longitudinal, sino también de bloqueos transversales tanto para el eje delantero como para el trasero, con el objetivo de asegurar siempre una óptima motricidad. Además, cuenta con caja reductora, protectores inferiores de acero y una capacidad de vadeo mejorada hasta una profundidad de 800 milímetros.

Realizadas las presentaciones, turno para ponernos a sus mandos. Y, si subir a bordo ya cuesta lo suyo, adaptarse a ese volante de vueltas casi infinitas y gigantesco diámetro es toda una experiencia. Arrancamos y primera marcha. Nos sorprende su suavidad, con transiciones casi inapreciables del cambio y un acelerador fácilmente dosificable. ¡Cómo se domina el camino desde ahí arriba! Eso sí, llega la hora de  frenar para entrar en curva y hay que echarle ganas: prácticamente hay que levantarse sobre el pedal para encontrar sensación de frenada.

Tras un breve recorrido y ya acostumbrados a un tacto de conducción que no difiere mucho al de un 4x4 (eso sí, gigantesco), hora de comprobar su capacidad en una bajada en tierra con pendiente de casi 90 grados. 'Hay que atacar siempre lo más recto posible, sino hay mucho riesgo de volcar por peso y dimensiones', nos advierten los monitores. A cámara lenta y con mucho tacto sobre el pedal de acelerador, logramos salvar nuestro objetivo: eso sí, reconozco que con la cabina en perpendicular y a dos palmos del suelo, tienes la impresión de que no llegarás a contarlo.

Se acaba la jornada, llega la despedida y nuestro agradecimiento a los monitores de Iveco, compañía ya convertida en tercer fabricante mundial de camiones con una facturación de 9.600 millones de euros en 2011. Les comentamos lo fácil y avanzado que nos ha parecido el camión. Y lo reconocen. 'Hoy hay mucho desarrollo tecnológico, hay una gran electrónica y mucha información. Pero, al final, no deja de ser un depósito de agua y una manguera'. En efecto, y contribuye a salvar muchas vidas.

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