Cuanto antes nos mentalicemos de los cambios que sufrirá el mundo del automóvil tal y como lo conocemos en la actualidad, mejor. En los pocos meses en los que Pedro Sánchez y su Gobierno han estado presentes en la Moncloa antes de las últimas elecciones generales, ha quedado patente su objetivo de iniciar la transición ecológica del modelo actual de movilidad. Tras ganar los comicios del 28-A, el equipo socialista podrá continuar con su programa en este apartado si consigue formar gobierno.
Ya antes de las elecciones, el PSOE afirmaba que, de seguir gobernando, el nuevo impuesto al diésel estaba más que garantizado. La idea es la de equiparar los impuestos que cargan el precio de ambos combustibles: la gasolina y el diésel. Pero, ¿qué hay de otros impuestos que tienen que pagar los conductores? ¿Subirán también los impuestos de matriculación y de circulación?
¿Cuál es el objetivo de subir los impuestos de matriculación y circulación?
En su programa electoral del 28-A, el PSOE hablaba en términos generales de su apuesta por la “descarbonización", por el coche eléctrico y por un aire más limpio… pero tampoco se “mojaba" con medidas concretas (salvo la antes mencionada del impuesto al diésel). No sería descabellado pensar en una revisión de estos dos impuestos por parte del futuro equipo de gobierno de Pedro Sánchez. ¿Por qué?
De cara a realizar una apuesta más clara por el vehículo eléctrico y favorecer la creación de una infraestructura de recarga de este tipo de vehículos, la recaudación que se reciba de subir los impuestos de matriculación y circulación puede ayudar a conseguir este objetivo. Podemos coincidir todos en que la presión sobre los coches de combustión, en especial sobre el diésel, va a continuar.
Subir el impuesto de matriculación resultaría tan efectivo como se está demostrando en los últimos meses, en los que la recaudación ha subido por sí sola. La entrada en vigor del ciclo de homologación WLTP (que cuenta con una régimen transitorio hasta el 2021) ha elevado las cifras de emisiones de CO2 homologadas por cada coche, que al fin y al cabo es la que determina cuánto se paga de impuesto en el momento de matricular el coche. Dado también que la criminalización del diésel ha llevado a muchos españoles a decantarse por la gasolina en lugar del gasóleo (desequilibrando la balanza de compra de los últimos años en detrimento de este último combustible), ha supuesto una mayor recaudación en lo que se refiere al impuesto de matriculación.
En lo que respecta al impuesto de circulación, se podría seguir la línea que se ha hecho con las medidas que hemos visto en la capital con Madrid Central, restringiendo el tráfico a los vehículos más contaminantes (y que veremos a partir del 2020 en Barcelona), o la clasificación de la DGT con las etiquetas ecológicas, salvo contadas excepciones relacionadas con los vehículos “Mild Hybrid" con altas cifras de potencia y etiqueta ECO. Una subida de este impuesto a los vehículos más antiguos, que son los que más contaminan, ayudaría a ir eliminando progresivamente estos coches de la carretera.
¿Qué puede hacer el conductor?
Como repasamos hace unos días en este otro artículo, el conductor se encuentra en una situación de incertidumbre absoluta. Las continuas amenazas contra los vehículos diésel están cambiando la percepción de los conductores a la hora de plantearse qué coche comprar y están afectando claramente a las cifras de ventas en el canal de particulares.
Asociaciones como Ancove, Faconauto o Ganvam piden estabilidad en el sector para recuperar estas cifras, y que las ayudas a la compra de coches nuevos no se restrinja únicamente a los vehículos eléctricos. El objetivo está claro: quitar de la carretera los automóviles más antiguos, pero no a costa de los coches diésel y gasolina con tecnologías actuales y modernas que reducen considerablemente las emisiones contaminantes a la atmósfera.