Sylvie Pabion se cruzó hace unos años con un conductor kamikaze. Contamos su experiencia en primera persona después de escuchar su relato, por suerte, con final feliz para ella.
Sobreviví a un conductor suicida
Hace unos años viajé a Estados Unidos con dos amigos y aprovechamos nuestra estancia allí para alquilar un coche y bajar de San Francisco a Los Ángeles, realizando el recorrido por la costa; aunque este trayecto era más largo, valía la pena para disfrutar del paisaje que nos ofrecía la carretera conocida como ‘The Pacific Coast Highway’. El viaje se convertiría en una experiencia inolvidable, aunque no precisamente por lo que pensábamos.
Aquella mañana soleada, me tocó a mí conducir el coche, ya que mi amigo Yuki era japonés y estaba acostumbrado a conducir por la izquierda, mientras que mi amiga Rebekah no era muy ‘fan’ de ponerse al volante, menos aún si el vehículo no era suyo.
Durante la primera parte del trayecto, las increíbles vistas, la compañía y el viaje en sí mismo estaban haciendo de aquel día algo perfecto que recordar durante años. Pero poco antes de llegar a Santa Bárbara, mientras conducíamos por una carretera con dos carriles en el mismo sentido, todo se torció. Recuerdo que mientras adelantaba al coche que tenía por delante, vi aparecer un automóvil prácticamente de la nada. Al principio pensé que se habría confundido, hasta que me di cuenta de que se acercaba hacia mí a una velocidad demasiado alta y sin ninguna intención de apartarse a un lado. En ese momento entendí que no se trataba de ningún error. No tuve tiempo de verle la cara a este conductor, simplemente cogí con fuerza el volante y me tiré literalmente hacia el carril derecho, justo a tiempo para no impactar contra el coche que venía de frente. Era, sin duda, un conductor suicida o kamikaze, como se les suele llamar. Por suerte, la persona a la que estaba adelantando se percató de la situación, redujo la velocidad y se apartó hacia el arcén, lo que me permitió realizar mi rápida maniobra.
Aunque el tiempo pareció detenerse para los que íbamos en el coche, todo esto pasó en apenas unas décimas de segundo. Tras aquella amarga situación, no fueron pocos los segundos que estuvimos en silencio dentro del habitáculo. Creo que es la situación más límite que he vivido. Desde ese momento, no paramos de comentar la suerte que habíamos tenido al salir ilesos. Siempre pienso en qué pasaría después con este individuo, si acabaría estrellándose contra otro conductor o si consiguieron detenerle a tiempo.
No lo olvidaré jamás.
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