Una visita al evento, posiblemente ya hoy, más importante del mundo en el automóvil sirve para tomar el pulso a la industria. Y el Salón de Pekín 2018 nos ha dejado ver este año un nuevo mercado, la evolución definitiva del parque y de la industria China. Con casi 25 millones de coches vendidos en 2017, es sin duda el mayor mercado mundial, pero ahora, además, se ha propuesto por primera vez ser también la referencia en tecnología, diseño y tendencias.
Cójase la nueva estrategia presentada por la marca china Dongfeng con motivo de este oficialmente llamado Auto China 2018, aplíquese a cualquier marca con presencia en este país y no fallarás: su forma de entender el negocio automovilístico pasa por enfatizar hoy tres nuevos valores: a saber, "calidad, sabiduría y armonía". El fabricante apunta a duplicar sus ventas globales para 2025. Además, quieren mejorar el nivel de conectividad de sus productos y servicios, desarrollar movilidad inteligente y conectada, ofrecer soluciones de logística, acelerar su transición a lo digital y mejorar su competitividad. Y todo esto, en el caso de Dongfeng se ha apoyado además con la presentación de un concepto de coupé de altas prestaciones, en este caso el eπ, que se presentaba en versión eléctrica (con autonomía de 500 km) y en versión híbrida recargable. Pues tal cual, moviendo alguna fecha, es la estrategia de los fabricantes chinos para conquistar el terreno doméstico y comenzar una expansión más allá de sus fronteras intentando pilotar las nuevas formas de entender la propulsión en los automóviles y la movilidad que está llegando.
SUV y robusto: el coche que triunfa
Es verdad que el mercado chino y el consumidor chino están cambiando. Ya no viven solo de berlinas, el SUV se va imponiendo y marca status. Preguntamos a un diseñador europeo que ha trabajado en un SUV compacto que ha visto la luz en Auto China 2018 y nos dice que “los chinos quieren un coche robusto, no tan pulido en líneas estéticas como el europeo. Quieren una gran parrilla que domine el frontal, que sea esa boca que forma parte de la cara que los chinos ven cada vez que miran de frente un coche”.
Pero, además, este vehículo, el SUV, viene asociado a la obligatoria electrificación para tener sentido en un mercado que busca por un lado restringir unas emisiones bestiales que conlleva aparejado el desarrollo descontrolado hasta hace poco del país –recordemos el sistema de cuotas para vehículos limpios con las que trabajan ya las grandes capitales-, y además incita a seguir desarrollando una forma de propulsión con la que China quiere convertirse en actor principal a nivel mundial.
Eléctricos… y de marcas tradicionales
Ejemplos de los movimientos hacia esta electrificación los ha ofrecido Toyota, hasta hace bien poco focalizada en su hibridación y su hidrogeneización y que en China ha anunciado, para este mercado, el lanzamiento de diez nuevos modelos electrificados antes de 2020. También el Grupo Volkswagen desvelaba sus cartas en este mercado y en palabras de su nuevo máximo mandatario mundial, Herbert Diess, anunciaba el arranque de la producción china de vehículos eléctricos de su grupo en al menos seis plantas ubicadas en este país antes de 2021, y el lanzamiento en China de 40 modelos alimentados por energías alternativas en los próximos siete u ocho años. Por su parte, BMW, iba más allá y desvelaba su iX3 que fabricará en China para después exportarlo desde aquí hacia Europa y Estados Unidos.
Los europeos quieren parte del pastel
En este entorno y dentro del mayor mercado mundial, los fabricantes tradicionales europeos buscan seguir recibiendo su parte de un suculento pastel que hasta el momento les ha hecho engordar anualmente y mucho su cuenta de resultados no solo a nivel de volumen de ventas sino también de rentabilidad –en una primera fase el mercado chino deseaba el coche del primer mundo y estaba deseoso de pagar por él, con lo que la jugada era redonda ya que o se enviaban o producían coches suficientemente amortizados desde nuestro continente-.
Pero ahora las cosas han cambiado y los centros de diseño de marcas globales proliferan en china y las marcas chinas salen a buscar diseños frescos y más globales a través de estudios independientes europeos y americanos. Así, el producto de nuestras marcas tradicionales se crea pensando en el mercado chino y así vemos un Audi Q5L con 9 cm más de batalla y 11 cm más de longitud que la versión que conocemos; o vemos un nuevo Mercedes A en variante sedán que aquí no debería comercializarse igual que sucede con el Ford Focus tres volúmenes. Y es que a esto no está dispuesto a renunciar el fabricante chino, a esa demanda mayor de espacio para las plazas traseras.
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