AEA (Automovilistas Europeos Asociados) ha llevado a cabo una investigación para averiguar si fenómenos circulatorios como el ‘Paso del Estrecho’, que moviliza más de 600.000 vehículos en nuestro territorio, o la visita masiva de extranjeros traen consigo un incremento de los accidentes. También buscaba comprobar si la propensión a sufrir un accidente está ligada a la nacionalidad del conductor.
Así, la asociación defensora de los conductores ha analizado los 188.158 accidentes acaecidos entre 2011 y 2014 (el estudio no incluye los siniestros en territorio catalán debido a que allí no se especifica la nacionalidad del conductor). El 90,6 por ciento de los accidentes tenidos en cuenta para el análisis implicó a conductores españoles, el 5,6 por ciento a extranjeros y el 3,8 por ciento, ‘sin especificar’.
De aquí se extrae que la mayor o menor accidentalidad no está relacionada con el país donde se haya obtenido el carnet de conducir, sino con el volumen de extranjeros en España.
Los extranjeros que más accidentes protagonizaron en 2014 fueron los procedentes de Rumanía (587 sobre 953.183 habitantes de ese país), lo que arroja una tasa del 0,6. Esta tasa la superan las personas originarias de Ecuador y Colombia, ambas con tasas del 0,7, aunque con poblaciones mucho menos numerosas que en el caso de los rumanos: 192.404 y 139.952 residentes, respectivamente.
Pero los europeos más cercanos pulverizan estas tasas: los franceses alcanzaron en 2014 un 1,9 (244 siniestros y 124.131 personas); los alemanes, un 2,07 (308 siniestros y 148.641 residentes) y los portugueses un 2,2 (330 accidentes y 143.738 personas). En la mayoría de estos casos, según AEA, se trata de accidentes que sufren los turistas.
Basándose en estos datos, AEA considera que fue un ‘acierto’ canjear sin examen los permisos de conducir de miles de extranjeros hace unos años. Demuestran que ello no ha supuesto un incremento de la siniestralidad, como vaticinaban desde algunos sectores. Además, estos convenios bilaterales firmados con los países de procedencia de nuestra población migrante han servido para legalizar la situación de miles de conductores y evitar así una ‘conducción ilegal y furtiva’.
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