La verdad sobre la nueva Ley de Tráfico

El Gobierno se parapeta en la seguridad vial y en la reducción de la siniestralidad, una vez más, como argumento en la reforma de la Ley de Tráfico. Una máscara que esconde el objetivo principal de estos cambios en la normativa, que aún debe pasar por el Senado: recuperar ese 30 por ciento que se ha reducido en la recaudación por multas.

Alejandra Otero

La verdad sobre la nueva Ley de Tráfico
La verdad sobre la nueva Ley de Tráfico

A finales del pasado mes de noviembre María Seguí presentaba en el Pleno del Consejo de la Seguridad Vial la Reforma de la Ley de Tráfico amparándose en las siguientes cifras: durante los diez primeros meses de 2013, la siniestralidad se ha reducido un 14 por ciento. Una positiva tendencia que la DGT pretende seguir manteniendo, y mejorando, gracias a esta nueva Ley recién aprobada en el Congreso. Pero, ¿realmente es este el objetivo de estos cambios en la normativa?

 

No. Tras ese velo de buenas palabras, sonrisas y sacar pecho tras volver a cifras del año 1965 cuando no se sobrepasaban los 2.000 muertos en carretera, hay una segunda lectura que, como bien defiende Dvuelta, se enmascara. La reducción de la siniestralidad tiene mucho que ver con el hecho de que la crisis impide a muchos conductores coger el coche. Y ello, a su vez, ha significado una menor recaudación por multas de Tráfico, concretamente un 30 por ciento. Esta y no otra es la clave de esta reforma, cuyo objetivo es recaudar más. Si no, por ejemplo, el estado de las carreteras, que deja mucho que desear, sería prioridad para el Ministerio del Interior.

 

El misterioso caso de la velocidad

La subida a 130 km/h en algunos tramos de autovías y autopistas fue, desde el principio, el ‘caramelo’ de los cambios en la normativa. Precisamente, el punto que se ha dejado en barbecho, mientras que el resto de propuestas han sido aprobadas. Entre ellas, la reducción de los límites de velocidad en las carreteras secundarias. Para la DGT, el mayor amigo de las tragedias en el asfalto.

 

Ahora, algunas carreteras bajarán de 100 km/h a 90, 80 o, incluso, 50 km/h. Y, por supuesto, serán el principal objetivo para radares camuflados. Tramos en los que no se ha producido jamás un accidente que bajan en hasta un 50 por ciento el límite permitido y un radar colocado ‘adecuadamente’: la caja está asegurada.

 

Las multas más caras, doblan su cuantía

El consumo de drogas al volante, excepto las prescritas por medicación, doblar la tasa de alcohol o negarse a someterse a las pruebas ante los agentes pasa de multarse con 500 euros a 1.000 euros.

 

Aunque la ‘tolerancia cero’ con el alcohol, al igual que ocurre en algunos países como la República Checa o Hungría, estuvo encima de la mesa con la reforma de Ley, finalmente sólo se pasará a multar más caro a aquellos que ‘se pasen’. Esto sólo servirá para recaudar y no para reducir accidentes: usted puede beber, a ver si con suerte le pillamos doblando la tasa. Por otra parte, cabría preguntarse  si permitir conducir a una persona medicada con Diazepán va de la mano con reducir accidentes.

 

Los detectores pasan a ser los nuevos malos

Han pasado sólo cuatro años desde que los detectores de radar pasaran a ser legales. En su momento, se argumentó que estos dispositivos ayudaban a reducir accidentes, ya que la ubicación de los radares coincide muchas veces con puntos en los que conducir por encima del límite puede resultar fatal.

 

De la noche a la mañana, estos han pasado a ser ‘elementos del mal’ y han vuelto a estar prohibidos con la nueva Ley: conducir con ellos pasa a multarse con 200 euros y la resta de tres puntos del carné. Si se ha demostrado que el uso de detectores ha contribuido a bajar la siniestralidad, ¿por qué se condenan de nuevo?

 

Ciclistas y el casco, la cortina de humo

Si bien los 130 km/h han actuado bien como ‘distracción’ en la reforma de Ley, también lo ha hecho el uso del casco en entorno urbano. Tras tanta polémica, debate y organizaciones de ciclistas poniendo el grito en el cielo, se decide que únicamente sea obligatorio su uso para menores de 16 años. Ni siquiera se eleva a los 18 como se había propuesto en un primer momento.

 

Como bien expone Dvuelta, si de verdad se quiere mejorar la seguridad de los ciclistas, sería necesario abordar el tema de manera integral y acorde a la realidad del tráfico en la actualidad, cuya circulación está cambiando vertiginosamente.

 

Nuestra opinión

Una cosa es lo que nos cuentan, otra la realidad. Si la propia DGT no aplica correctamente los márgenes de error en los radares, saltándose la propia normativa que ellos redactaron, ¿qué se puede esperar de estas reformas? La prueba está en los 130 km/h, protagonista y gran ausente a partes iguales en los puntos aprobados. Seguiremos encontrando radares en zonas de inexistente siniestralidad colocados a mala leche y pagando multas sin sentido. Hay que recuperar ese 30 por ciento de recaudación…