Cuatro años y medio de prisión y seis de inhabilitación ha sido la condena impuesta por la Audiencia de Barcelona a un guardia urbano de 32 años por un delito continuado de falsedad en documento oficial y obliga a indemnizar a la víctima con 4.500 euros.
Según el tribunal, el procesado, David R., conoció a la víctima el 21 de noviembre de 2012 en un control nocturno preventivo de alcoholemia en el Puerto Olímpico. La mujer dio positivo en alcohol, con una tasa de 0,25 miligramos, superior al máximo que permite la ley. El procesado, que desde 2010 era guardia urbano de Barcelona, no practicó la denuncia correspondiente argumentando que los alcoholímetros cuentan con un pequeño margen de error por lo que era posible que se encontrara por debajo de la infracción administrativa.
Al condonarle la sanción, los dos empezaron a charlar y se intercambiaron los teléfonos con la excusa de que la conductora llamara al policía para saber que había llegado bien a su casa. A partir de aquí, se sucedieron los mensajes de WhatsApp y decidieron quedar a tomar café en el centro comercial barcelonés La Maquinista. Después de esta cita no volvieron a verse más.
Cuatro boletines de denuncia
Poco después, el policía descubrió a través de Facebook que la mujer tenía pareja. Según recoge el fallo del tribunal, en uno de los mensajes aportados como prueba en el juicio, el policía comenta a la víctima su malestar por habérselo ocultado. Unos meses más tarde, entre abril y junio de 2013, la mujer comenzó a recibir varios boletines de denuncia por infringir las ordenanzas municipales. En concreto, el agente le impuso una multa de 300 euros por chillar y cantar en el paseo del Borne de la ciudad condal; 20 euros por beber en la vía pública en la avenida del Paralelo; 180 euros por comprar a vendedores ambulantes ilegales en la calle Escudellers; y 300 euros más por gritar en el barrio Gótico.
La mujer, que reside fuera de Barcelona en el Vallès Occidental, recurrió todas las multas alegando que no había estado en los lugares donde se registraban los hechos. Al no presentarse el policía a ratificar ninguna de las sanciones, no tuvo que abonarlas, pero decidió poner una denuncia contra el guardia urbano, la cual dio pie a este proceso penal.
Finalmente el tribunal ha dado la razón a la joven por no ser creíble que el mismo agente la multara cuatro veces en poco más de un mes. Además, los magistrados recuerdan que los agentes normalmente patrullan en pareja y ninguno de sus compañeros recuerda que multara a aquella mujer. También la víctima presentó testigos de que al menos en dos ocasiones no pudo estar en el lugar indicado en la multa.
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