Según la comisaria europea de Transporte, Violeta Bulc, ‘Los fabricantes tienen mucho por hacer para rebajar los precios porque los vehículos eléctricos son más caros que los normales y tienen un punto de inflexión de cuatro o cinco años, algo que es demasiado para los consumidores normales’, aunque reconoce que también queda trabajo por delante en cuanto a la extensión de los puntos de recarga.
A este respecto, la Unión Europea está llevando a cabo una serie de medidas, como la estandarización de los enchufes entre estados miembros. Bulc confía en que este tipo de acciones hagan el coche eléctrico más accesible en un horizonte de cinco años.
‘El principal problema que aún existe es la batería, que cuesta unos 5.000 euros y tiene una vida de solo varios años’, explica un experto europeo. Algunas marcas, para compensarlo, ya ofrecen alquileres por unos 70 euros al mes, así como garantías de hasta ocho años, que permitirán que el usuario estará cubierto cuando tenga que reemplazarla.
Además, añade, ‘con un coche eléctrico hay que planear un poco más para ver dónde puedes recargar’. Un modelo medio como el Nissan Leaf, añade, puede recorrer hasta 350 kilómetros sin necesidad de recargar.
El tiempo de recarga es otro inconveniente de los vehículos eléctricos. Aunque existen puntos de recarga ultrarrápida que permiten cargar el coche en una hora, en tomas de electricidad normales esta operación se puede alargar hasta las 10 horas.
La recarga, eso sí, es mucho más barata que el repostaje de los vehículos convencionales: recargar el Nissan Leaf, que tiene una autonomía media de 180 kilómetros, cuesta como mucho tres euros por cada 100 km, explica la fuente.
Por su parte, la organización ecologista Transport & Enviroment considera que tanto la Comisión Europea como los 28 gobiernos de la UE deberían potenciar el uso del coche eléctrico mediante medidas como el establecimiento de zonas de aparcamiento preferencial en los centros de las ciudades, el acceso a los carriles destinados a autobuses o la prohibición de circular a los coches no eléctricos por los centros urbanos.
Nico Muzi, portavoz de dicha asociación, considera que otro obstáculo para la movilidad eléctrica es la baja oferta que hay de estos modelos, que se reduce a en torno a una veintena, frente a los aproximadamente 500 modelos que se ofrecen de coches de combustión.
El incremento de la oferta, considera Muzi, pasa por imponer a los fabricantes límites de emisiones más estrictos para 2025.
Otra herramienta para la popularización de los vehículos limpios son los incentivos fiscales. Ya lo aplican países como Noruega y Holanda, que han conseguido que la cuota de mercado de los eléctricos se alce hasta el 5 por ciento. En Bélgica, por su parte, las empresas que compren un coche eléctrico pueden deducirse el 120 por ciento sobre su precio.
Al margen de estas dificultades prácticas, es indiscutible la gran cantidad de ventajas que presentan los modelos eléctricos en cuanto a contaminación acústica y atmosférica.
‘Los beneficios ambientales y de salud de los coches eléctricos son muy importantes. En términos de polución del aire, los coches eléctricos emiten cero gases en nuestras ciudades y carreteras’, sostiene Muzi.
Por su parte, Violeta Bulc admite que que ‘el transporte es uno de los máximos contribuyentes a las emisiones de dióxido de carbono en Europa’. El objetivo de Bruselas, asegura, es ‘impulsar el uso de recursos alternativos, y la electrificación es uno de ellos’.
La meta de la UE de cara a 2020 es que el 20 por ciento de la energía consumida y el 10 por ciento del combustible usado para el transporte procedan de fuentes renovables.