Hombre joven, menor de 26 años, con un empleo precario o en paro, y hombre de mediana edad, con estudios superiores que trabaja por cuenta ajena. Estos son los perfiles de los que más cometen fraude en el seguro. Los hombres defraudan más que las mujeres, se arrepienten menos de las estafas que nosotras (63,5% frente al 51,7%) y presumen más de ellas, incluso ante desconocidos. ¿Y las mujeres? Las mujeres fingen más lesiones que los hombres, simulan más gravedad de la real en las mismas (2,6% en los hombres frente al 19,2% de las mujeres) y desconocen más las consecuencias jurídicas del fraude.
En cuanto a las razones para defraudar el seguro, los hombres lo hacen para “tener el coche en perfecto estado” y las mujeres lo justifican por su “tendencia a cuidar de la economía familiar”.
Recordemos que desde 2009, el fraude del seguro se ha multiplicado por 3,5, según señala el 3er Barómetro del Fraude en el Seguro de Autos de Línea Directa Aseguradora, y la crisis ha tenido mucha culpa. Toma nota, de cada 100 siniestros declarados al seguro, 6 son intentos de estafa, lo que repercute negativamente en el sector, ya que, solo en el ramo de automóviles, el coste global de estas prácticas se estima en unos 1.190 millones de euros anuales. No obstante se comienza a notar una ligera de mejoría, porque la intención de estafar a las compañías se ha reducido casi a la mitad, pasando en dos años de 8 millones de conductores que lo intentaros a 4,7 millones.
¿Cuáles son los fraudes más comunes?
Según nos comunica Línea Directa, el 94,5 por ciento de los intentos de fraude son relativos a los daños materiales y el 4,5 por ciento a las lesiones, aunque el importe medio de estos últimos multiplica por 30 al de los primeros (17.300 euros de media en las estafas de lesiones frente a 550 euros en las de daños materiales).
En los fraudes materiales, los más numerosos como hemos dicho, los daños ajenos al siniestro siguen siendo la tipología más habitual, ya que está presente en 3 de cada 4 casos. Le siguen, a gran distancia, los montajes preparados con antelación en los que intervienen varias personas (12%), los fraudes por presupuestos inflados (7%), las averías declaradas como siniestros (1,5%) y los falsos hurtos (1%). En cuanto a las lesiones, solo un 2 por ciento son por enfermedad o lesión anterior al accidente, siendo el resto (98%) simulaciones o falsos agravamientos de un daño real, con el esguince cervical como caso más frecuente.
¿Dónde se comete más fraude?
Según los datos analizados por Línea Directa de los casos detectados en los dos últimos años, las provincias de Cuenca, Murcia y Jaén son los territorios con más fraudes, mientras que Soria, Salamanca y Burgos arrojan los índices más bajos. La cuantía media de cada intento de estafa en España ronda los 1.284 euros, un 45 por ciento más que en 2013. Huesca, Lugo y Almería son las provincias con cuantías medias más altas: 4.800, 3.600 y 3.200 euros, respectivamente. En el lado contrario se sitúan Segovia, Zamora y Zaragoza, con el importe medio más barato.
¿Cuáles son las consecuencias legales del fraude?
El fraude estaría incluido en la tentativa de estafa, pero es un tipo penal que no ofrece un marco adecuado a un delito tan específico como es defraudar a las compañías de seguros. Es necesario, por tanto, articular un marco legal que permita actuar contra el fraude de una forma eficiente y ágil.
Bajo la actual legislación, se puede ir a la cárcel, con penas que oscilan entre los 6 meses y los 4 años, en el caso de que la cuantía defraudada supere los 300 euros. Pero la práctica es que muy rara vez –por no decir nunca- se aplican penas privativas de libertad por un fraude a una aseguradora. Además, la aparente insolvencia de estos colectivos también imposibilita reclamar la responsabilidad civil por los perjuicios que hayan podido ocasionar.
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