Porsche 997 de Sergio Vallejo

Antes del comienzo del campeonato y después de que Sergio y Diego Vallejo hubieran presentado su equipo en Lugo, los lucenses pusieron su Porsche 997 GT3, sin duda uno de los más esperados del Campeonato de este año, a disposición de AUTOPISTA.

Perfectamente presentado, rotulado y decorado, el 997 GT3 tiene una pinta impresionante. Tras terminar la fatigosa y precisa tarea de poner las cotas de suspensión del 997, nos dirigimos a un tramo a probarlo. Tras llegar cerca de Ribera de Piquín, en un antiguo tramo del Rallye San Froilán, Sergio dejó el coche con los frenos en temperatura y comprobó que todo estaba OK; y me pasó los “trastos".

Entrar en el habitáculo no fue difícil, pese a la X de protección lateral del arco antivuelco. Diego, su hermano y habitual copiloto, se brindó a acompañarme y, a pesar de que con mi casco no le oía, él si me oía a mí. El tramo comenzaba hacia abajo y nada más salir, y pese a los consejos de Bernard Vara, calé el motor. El embrague estaba duro, tenía poco recorrido, pero una vez iniciada la marcha, vi que era muy efectivo, progresivo y, pese a ser un tridisco, no hacía su uso especialmente delicado. Lo volví a arrancar aprovechando la bajada y ya no se caló más, porqué procuré tenerlo siempre entre 3 y 4.000 rpm.

Comencé a bajar zigzagueando para ver la desmultiplicación de la dirección y fui probando el cambio secuencial, que como todo, necesita de un tiempo de acoplamiento. Tirando hacia detrás entraban las marchas muy bien, aunque tenía que tener cuidado con el mando, ya que el recorrido de la palanca era bastante largo. Si se tocaba el pomo, entraba en acción el dispositivo de corte de encendido y el motor rateaba. Como iba en bajada y con curvas bastante cerradas no era cuestión de probar la aceleración; subí las marchas, más que nada por ver, porqué tuve que bajar a primera en más de un codo, ya que el tramo era verdaderamente lento. Por suerte la carretera tenía un firme perfecto, recién asfaltado, aunque estrecho y eso facilitaba las cosas. Al llegar a la zona plana y mientras pasábamos los controles de paso de cierre, que Vallejo había establecido, fuimos tomando confianza. La cosa que pronto más me llamó la atención, era lo bien que entraba el Porsche en las curvas. La dirección era muy precisa y el morro entraba limpio y sin las vacilaciones ni flotamientos de los 911 de antaño.El motor empujaba desde abajo y casi no había rectas. Era pleno, su sonido excitante, la entrega de potencia era sin titubeos y parecía que llevábamos un cohete que nos empujaba por detrás. Enseguida llegábamos al siguiente viraje y de nuevo, a bajar marchas. El Porsche frenaba bien; el tacto de los frenos estaba “recio", ya que a Sergio le gusta el pedal duro, y las pastillas cumplían, pero, al llegar tan rápido, acababa solicitando al cambio, bajando marchas para llegar a una velocidad prudente. Para dar gas, esperaba a tener el coche recto, ya que en el último momento de la frenada, veía como el tren trasero se movía un poco. Quizás no se moviera, pero a mí me daba la sensación que si entraba más rápido, eso podía dispararse.Como hemos dicho, la zona era bastante lenta, salvo al hacerla en sentido contrario en subida, donde la última parte, que llegaba a donde estaba la asistencia, era más rápida. Allí Diego me decía que tirase. Como no iba mi interfono y no me cantaba las notas ni conocía la carretera, era un alivio, porque así seguía a vista; menos mal, porque en tercera y cuarta aún con una fuerte subida, eso corría que se las pelaba.Lo único que no me gustó fue el volante. Demasiado pequeño. En las curvas cerradas me quedaba sin volante o sin brazos. Por otra parte, al ir tan deprisa, no hay tiempo de relajarse y el volante hay que cogerlo con mucha fuerza. Y en eso estaba de acuerdo con Sergio, que el Porsche cansaba, por la tensión de ver cómo te comes las curvas una tras otra y que cuando llega una zona rápida enseguida vas por encima de los 180 Km/hora.En las curvas lentas había que esperar a acelerar, so pena de dar una enorme barrida de detrás. En las horquillas no toqué el freno de mano, que estaba situado delante del pomo del cambio. Al ser hidráulico, te hacia girar la zaga de manera instantánea. Creo que el coche en zonas medias, de frenada-aceleración, donde no se llegue a parar el coche, sino que tengas que bajar a unos 70 Km/hora y volver a acelerar, debe ser superefectivo. En subida debe dejar sentir su enorme potencia y los 208 km/hora de punta te deja la impresión que en un futuro próximo se quedarán cortos y se irá a un cambio de 220 Km/hora. En suma, además de efectivo, toda una gozada este nuevo modelo, que será sin duda alguna uno de los más seguidos del Campeonato.