Ya habíamos podido ponernos al volante del Jaguar XE cuando solo eran prototipos. Así que aceptábamos todos los defectos como algo subsanable. Esta vez no, estas unidades del Jaguar XE ya no llevan pegatinas de advertencia, ya son los coches como los que llegarán a los clientes. Nos habíamos quejado entonces del ruido del Diesel, que si bien sigue presente en aceleración fuerte, a régimen constante se presenta como un tenue murmullo. Aun así, nos hemos centrado en el motor de gasolina, el único que aún no habíamos conducido, un "veterano" conocido porque ya lo estrenó el XJ.
Esto es confort
El filtrado parece uno de los apartados más importantes en el pliego de condiciones del Jaguar XE. No solo en lo acústico, que consigue incluso camuflar el bonito sonido que escucha el resto del tráfico mientras sale de los escapes de 2.0 i4, la versión básica de gasolina. También la rodadura está presidida por el silencio, incluso con la monta intermedia de neumáticos de nuestra unidad, unas grandes llantas de 18 pulgadas. La presencia estética es otro de sus puntos fuertes y por esto ofrecen diversos diseños de llanta e incluso variantes de 19 pulgadas. La estética también conlleva admitir sacrificios. La belleza de su línea tirando a coupé, para la que otros rivales apuestan por un modelo de carrocería específico, significan una visibilidad limitada hacia atrás (no precisamente por la interesante persiana eléctrica opcional) y también que el acceso a las plazas posteriores es mejorable. Sin embargo, una vez sentado dentro, ingeniosos rebajes en los recubrimientos de techo y conformación de asientos permiten que un adulto encaje como un guante. Esos 89 centímetros para la cabeza distan de ser una bóveda, pero se cabe. Cada ocupante trasero dispone de su hueco en las puertas, una salida de aire y una toma de mechero de 12 voltios. ¿Para los tres pasajeros de detrás? No, porque solo dos viajan bien detrás en el XE; para quien quiera más ya te ofrecen el XJ, que también presume de esos genes en aluminio integral. Si buscas maletero, tampoco aquí han echado el resto, con formas tortuosas y algún aspectos mejorables, como revestimientos o abatimiento de los respaldos. Delante se siente más amplitud, sin que sea destacable este aspecto, pero eso va bien para implicar más al conductor en su actividad. Impresionan los revestimientos del salpicadero, el cuidado diseño de los aireadores, los membretes metálicos con la denominación Jaguar aquí y allá. Con la puerta cerrada, se siente el esmero de un diseño tridimensional, a riesgo de que algunos se golpeen con la rodilla al entrar o salir. Nuestra versión era la lujosa Portfolio, pero ofrece dos escalones por debajo -Pure y Prestige- así como una terminación deportiva R-Sport.
Agil
Desencantan un poco los relojes del cuadro de instrumentos, el plástico de algunos mandos, pero todo esto lo compensa la gran pantalla táctil central. Jaguar pretende echar el resto en el equipo multimedia y en conectividad, gran parte de ello son opciones, pero si lo quieres, el XE puede estar en la punta de lanza en este campo. Los pedales ya no admiten regulación eléctrica de antiguos Jaguar, aun así la postura ante el volante es buena. El arranque por botón con su luz pulsante roja y la ruleta emergente para el accionamiento del cambio automático forman parte ya de la identidad de los coches de la marca. Como en todas las nuevas berlinas, con sus voluminosos cambios de muchas marchas, el espacio para los pies queda un poco limitado. Nuestra unidad llevaba asociado el automático ZF de ocho marchas (2.500 euros más que el manual de seis), con manetas en el volante de cómodo manejo manual, pero sobre todo, con una ejemplar puesta a punto en cuanto a suavidad. Da igual cuál de los cuatro modos de conducción hayas seleccionado mediante las teclas que están entre los asientos -eco, nomal, sport o invierno- el paso de las marchas está presidido por transiciones casi imperceptibles. El motor turbo empuja suave y contundente, siempre bien secundado entre tanta marcha, por lo que te olvidas de las manetas salvo para reducir en carreteras de curvas. En estos trazados tortuosos el Jaguar también está en su salsa. Jaguar siempre ha presumido de una puesta a punto del chasis muy personal. En este caso personal significa confort y control de los movimientos de la carrocería. Lo hace de manera magistral. Delante incorpora unas suspensiones de dobles triángulos, que consiguen un movimiento mucho mejor controlado y más tranquilidad al volante. Podrías tener dudas del estreno de Jaguar en las direcciones de asistencia eléctrica, pero como hemos visto en otros fabricantes, no hay pegas. Seguro que buscaban linealidad e información en el volante y ahí está, rápida en su justa medida. Con una distancia entre ejes de más de 2,8 metros el XE se mueve con aplomo natural en vías rápidas. En curvas también se desenvuelve con elegancia y si son rápidas, aún mejor. En las lentas no se amilana, pero sale a la luz su carácter subvirador si busca todo lo que es capaz de dar, a pesar de los intentos del ESP por ayudar: tiene una función especial de "diferencial vectorial mediante freno". Ahora, en seco y con buen tiempo, pensábamos que el XE todavía poder poner un punto de deportividad a su suave y ágil rodar. Puede que en otra climatología, su carácter dinámico nos parezca plenamente confiable y plácido, como lo es el resto del coche.
Gama de motores: de 163 a 340 CV
La gama española del Jaguar XE está formada por un total de tres motores, los dos de cuatro cilindros desdoblados en potencia: 2.0 Diesel de 163 ó 180 caballos (al mismo precio, ¿cuál se llevará todo el mundo? ) y 2.0 gasolina de 200 ó 240 caballos. El V6 de tres litros con compresor ofrece 340 caballos.
Precios Jaguar XE
XE 2.0 i4 163 Turbodiésel: 37.000 €
XE 2.0 i4 180 Turbodiésel: 37.000 €
XE 2.0 i4 200 Gasolina: 39.000 €
XE 2.0 i4 240 Gasolina: 44.000 €
XE 3.0 V6 340 Sobrealimentado: 60.919 €
Acabados: Pure/Prestige/R-Sport/Portfolio/S