La ruta comienza en Segurilla, concretamente dejando el bar Santana a la derecha y la ermita a la izquierda. Tomamos la carretera del cruce a la derecha,
dirección Montesclaros. Recorridos 600 metros abandonamos el asfalto a la altura de un camino de tierra que sale a la derecha acompañado de un cartel que indica
«Casas Rurales Spa Ars Vivendi». Siguiendo por este camino poco bacheado, franqueado por muretes de piedra a ambos lados, llegamos a la casilla 3, donde giramos a la izquierda dejando el
complejo Ars Vivendi a la derecha. Hasta ahora, la ruta transcurre por las afueras del pueblo, entre pequeñas fincas donde podemos ver caballos, reses, ovejas...
En cuanto a la vegetación, la encina y, en menor proporción, el roble y alcornoque, nos acompañan a lo largo de casi toda la ruta. Desde este camino, mirando a la derecha, encontraremos un monte con antenas, y si nos fijamos bien descubriremos
la Atalaya de Segurilla en lo alto.
La ruta continúa alejándose del pueblo por
caminos fáciles y de firme compacto, por lo que, aún en mojado, no es difícil transitar por ellos. En la casilla 7 encontramos asfalto, giramos a la izquierda continuando por carretera (atención a los badenes que hacen de pasos de agua en este tramo) unos 400 metros, hasta encontrar una cruz.
En este punto (casilla 8), si nos desviásemos por el camino de la derecha comenzaríamos
«La Ruta del Risco» (ver rutómetro correspondiente). Se trata de una pequeña ruta de unos 3 kilómetros de ida y 3 de vuelta que discurre por bonitos caminos de bellos parajes y, al fondo, paisajes como la
Sierra de San Vicente, las faldas de la
Sierra de Gredos y el
valle del Tietar. Después de vadear un arroyo, el camino comienza a remontar un accidentado valle. En época de lluvias o de deshielo, seremos obsequiados con la vista de
preciosas cascadas de agua tratando de salvar el escarpado valle.
El vocablo Segurilla, en nuestro caso referido a un poblado con una atalaya, viene a significar «línea o zona fortificada, segura, fronteriza».
Al llegar al final de este rutómetro (casilla 5B) nos encontramos con el
Molino del Risco: antiguo y derruido molino, encasillado a mitad de camino de las paredes del valle y el arroyo. Para encontrarlo, hemos de saltar unos muretes de piedra (a pie) y asomarnos al precipicio. No cuesta imaginarlo en funcionamiento cuando, antaño el agua fluía abundante por este valle.
Tal y como indicamos en la casilla 5B, podemos aprovechar el camino que sale a la derecha para
maniobrar y cambiar el sentido de la marcha, volviendo así a la casilla 8 del rutómetro principal. El camino de esta ruta es, por lo general, liso y sin complicaciones.
En la casilla 8 continuamos todo recto por asfalto, dejando la cruz a la derecha durante más de 2 kilómetros hasta que, tras iniciar una bajada pronunciada y cruzar un puente, el asfalto da paso a la tierra. La pista, ancha y lisa, es también rápida aunque
los pasos de agua aparecen repetidamente como baches a tener en cuenta.
Después de un kilómetro de ascenso, al llegar a lo alto del monte descubrimos la
panorámica de la Sierra de Gredos al fondo, y paisajes de tonos multicolor; los verdes de la vegetación luchando con el marrón de los campos arados. Al final de la bajada, dejamos atrás la zona arbolada y, en la casilla 10 giramos a la izquierda, para girar de nuevo a la izquierda a los 200 metros, dejando la pista principal y continuando aparentemente en dirección hacia los mismos montes por los que la ruta ha pasado.
Este camino, aunque menos principal, sigue siendo ancho y sin apenas baches, nos lleva entre fincas hasta la casilla 13, donde debemos
prestar atención al desvío, pues es poco visible y con vegetación en el firme. El sendero ahora sube entre vallas. El firme, en este tramo, se puede presentar resbaladizo con agua, aun así, la dificultad sigue siendo baja. La bajada tampoco presenta muchos problemas en mojado, pues aunque estrecha, el firme de piedra ayuda notablemente a agarrar el vehículo. Al llegar al final del descenso
vadeamos un pequeño arroyo y el terreno mejora notablemente después de este punto.
En la casilla 15 el camino desemboca en una pista principal, que tras 2 kilómetros, sale a carretera. En la casilla 16 tomamos asfalto
dirección Segurilla, pasamos de nuevo al lado del bar Santana, dejándolo a la izquierda, y continuamos siguiendo las indicaciones del rutómetro hasta salir del asfalto en la 22, durante unos 500 metros seguimos el camino de tierra que nos lleva hasta
unos metros antes de la Atalaya, pues no está permitido el paso a vehículos motorizados. Merece la pena aparcar en la casilla 24, y continuar unos pocos metros andando hasta el pie de la Atalaya. Fin de ruta.
— Curiosidades