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De Ponteceso a Costa da Morte I

Esta es la primera de una serie de tres rutas que recorre la zona de la Costa da Morte. Subidas y bajadas a numerosos montes vestidos con una vegetación única en casi toda España, contrastes de colores: desde el azul intenso del Atlántico al amarillo de los tojos que florecen en esta época; corredeiras que parecen imposibles de pasar, pero de nivel fácil; preciosas vistas a escarpados acantilados o a las rías, nos acompañan a lo largo de esta ruta por una Galicia de naturaleza salvaje.

De Ponteceso a Costa da Morte I
De Ponteceso a Costa da Morte I

Ocupa el extremo más oriental de la Costa da Morte. Limita por el norte y por el oeste con el Océano Atlántico. Cuenta con dos núcleos urbanos: Ponteceso (capital del municipio) y Corme Porto (villa marinera). Es un municipio alargado de oeste a este en casi 20 km, de gran variedad morfológica y con unas formas de relieve que se caracterizan por ser el más accidentado de la comarca y adquirir, a veces, el aspecto de tierra de montaña, a pesar de la escasa altitud de sus montes, que sólo superan los 200 metros sobre el nivel del mar. La zona costera es elevada, con grandes acantilados, sólo interrumpidos por las pequeñas calas arenosas de Niñóns y la ensenada de A Barda. Dentro de la ría, esa costa se hace más amable y recogida. Osmo y Ermida, próximas a Corme Porto, la de Balarés y A Barra en Ponteceso, y la de Santa Mariña, Morro y Niñóns en la parroquia de Niñóns.Muy cerca de la casilla 47, es sin duda, una de las playas más frecuentada en verano. Se podría decir que lo tiene todo: está recogida, cuenta con una playa de arena libre de piedras, y un pinar a no más de 150 metros del mar, proporciona sombra y un lugar para hacer meriendas. También dispone de servicios y de una cafetería y restaurante. Así pues, la zona no sólo es una playa y ofrece atractivas alternativas a aquellos quienes están cansados de pasar todo el día tumbados tomando el sol en las típicas playas del Mediterráneo: el concepto de comer en la playa es bien distinto en Balarés (ya sea en el restaurante o en el pinar, de bocadillo o barbacoa). Si andamos un poco (400 metros) encontramos otra cala que, quizá, esté menos asolada. Podemos disfrutar, si no hace mucho calor, de un paseo por el monte que asciende dejando el mar a la izquierda, observando a la vez dos entornos bien distintos en el mismo paisaje: El de playa, con el azul del mar y el blanco de la arena; y el de monte, con el verde de la naturaleza salvaje.El monumento más famoso de Corme es la Pedra da Serpe, piedra de la serpiente en castellano. Se trata de una gran roca situada en la carretera de acceso a la aldea de Gondomil y a la playa de la Ermida y en cuyo lateral derecho hay una figura de una serpiente alada.La autoría de la escultura es discutida, pero se asocia a los cultos precristianos a las serpientes, relacionado, según algunos historiadores, con la llegada de los celtas, que tenían como símbolo heráldico la serpiente.La leyenda cuenta que esta zona era inhabitable debido a una plaga de serpientes. San Adrián, que se encontraba predicando por allí, golpeó fuertemente con el pie en el suelo, desapareciendo aquella terrible plaga. Todas las serpientes fueron a cobijarse debajo de aquella piedra, quedando una de ellas petrificada en señal de este hecho. Como símbolo de la cristianización de este lugar se le puso una cruz encima.Además del núcleo urbano, los turistas suelen dirigirse a la La Punta de O Roncudo, desde una carretera que sale del mismo puerto de Corme. La carretera bordea el mar y permite hermosas vistas sobre la ría y el acceso a pequeñas calas con playas poco frecuentadas. Al final de la carretera encontramos la punta y el faro de O Roncudo, denominados así por el ronquido que produce el mar en este lugar al golpear con fuerza en los acantilados. Por toda la costa, especialmente en aquellas zonas más batidas, podemos encontrar los famosos percebes de O Roncudo, cuya fiesta gastronómica se celebra el primer sábado del mes de julio.Situado al lado del río Anllóns, al núcleo principal de la planta rectangular se le añadieron una serie de estancias que estuvieran dedicadas a vivienda, así como un soportal, para protección de los carros y aperos. Es de planta terrena, primando en su construcción la elementalidad y economía de medios. Fue construido en el año 1858, fecha gravada en el lintel de la puerta, aunque sufrió reformas posteriores. La pervivencia en el tiempo de esta tipología es clara.Geográficamente podríamos decir que los ayuntamientos de Malpica, Ponteceso, Cabana, Laxe, Zas, Vimianzo, Camariñas, Muxía, Dumbría, Mazaricos, Fisterra, Cee, Corcubión y Carnota comprenden el territorio de Costa da Morte. Ya desde la ría de Noia y Muros, las playas se llenan de acantilados abruptos y playas kilométricas y desiertas, playas traicioneras para marineros y bañistas. De Noia cuentan que fue fundada por Noela, una nieta de Noé, y que en un monte cercano se halla enterrada el arca que su abuelo construyó para sobrevivir al diluvio universal.En su cementerio cerca de la iglesia de Santa María, en las paredes y lápidas podemos encontrar numerosas losas con inscripciones y figuras enigmáticas. Los expertos en ocultismo, afirman que se trata de inscripciones dejadas por visitantes que llegaron a Noia, en épocas remotas, quizá supervivientes de la antigua Atlántida. El faro Finisterre era el fin de la tierra para los romanos, donde empezaba el misterio de lo desconocido. Según la leyenda en esta zona fue sepultada la ciudad de Duyo, destruida por Dios como castigo a los pecados e indiferencia que sus habitantes mostraron ante el desembarco del Apostol Santiago.Las Piedras de los Milagros, en Muxia, frente al santua-rio de la Virgen de la Barca. Dicen de ellas que formaron la nave en la que llego la Virgen para aparecerse al Apóstol Santiago. La más grande, la Piedra Abaladoira, pesa unas 60 toneladas y dicen de ella que se mueve y emite un leve gemido si quien se halla subido encima esta libre de pecado. La Piedra dos Cadrises libra de los dolores de espalda a quiénes pasan por debajo. Pero también debe su nombre a la peligrosidad de sus aguas, son unas cuantas los naufragios y tragedias que se ha cobrado desde hace ya, cientos de años.Se trata de una cruz construida sobre un pilar, situados en lugares públicos, principalmente encrucijadas y atrios de iglesias. Esculpidos en ranito, estos monumentos característicos de Galicia aparecen en los lugares más insospechados. Nos encontramos decenas de ellos en nuestra ruta.Aquí vivió Eduardo Pondal. Poeta (1835-1917), fue uno de los personajes más destacados de Ponteceso. Entre otras, una de sus obras es la letra del actual himno gallego.El faro y la punta de Roncudo fueron denominados así por el «ronquido» que producía el mar al estrellarse con fuerza contra los escarpados acantilados. Muy cerca del Faro de Roncudo podemos contemplar dos cruces homenajeando a los arriesgados percebeiros que perdieron la vida recogiendo este delicioso manjar.Esa fuerza del mar y las características de las aguas hacen de estas rocas el lugar ideal para el famoso percebe del Roncudo, dicen, el más sabroso del mundo. Desde 1992, el primer sábado de julio se celebra la fiestaexaltación de este producto, que hace de Corme un lugar conocido en todo el mundo.Construido para ofrecer protección a los marineros. Desde una altura aproximadamente 37 metros, y tras haber subido unos 160 escalones en caracol, observamos as impresionantes vistas de toda la zona: Laxe, Ponteceso, Malpica... Además, con viento resulta mucho más emocionante la subida.1596: 20 naves se hunden por un temporal, cerca de la ría de Corcubión.
1870: un acorazado inglés choca contra una roca.
1878: un mercante inglés naufraga.
1882: un carguero inglés se hunde en los arrecifes de Fisterra.
1903: colisionan dos barcos a 2 millas del cabo Fisterra.
1907: un carguero inglés se estrella contra la roca de Carraca.
1932: se hunde un barco militar español, tras haber rozado unos arrecifes.
1951: se rompen las sogas de un remolcador a la altura del cabo Fisterra. El barco remol-cado queda destrozado.
1987: un mercante se hunde en la playa de Rostro.

La Ruta